Volvieron las imágenes impactantes de los venezolanos en las calles. Volvió el río humano a ocupar calles y avenidas, esta vez en Caracas. El traje blanco estuvo de paseo en la vía pública vestido por los que se manifestaron para pedirle al gobierno de Nicolás Maduro que no dilate más la decisión de citar al referendo revocatorio.
No valieron las trampas que montó el gobierno para impedir a un millón de personas que durante el día marcharan con banderas y consignas que pedían una fecha para dar trámite a la recolección del 20% de las firmas y luego asignar un día para votar en una elección que busca dar término anticipado al gobierno de Maduro. En la noche, como en otras fechas memorables, la protesta sonora retumbó con el modo particular que tienen los caraqueños de hacer saber su inconformidad, con el cacerolazo.
Ambas actividades de calle tuvieron éxito, más allá de lo previsto por los mismos organizadores, quienes entienden que a esta hora el cansancio ha ido mermando el entusiasmo de los militantes en la oposición y saben que entre ellos hay poca esperanza de cambio. Son conocedores que las artimañas gestadas por el gobierno están dando al traste con la voluntad de la mayoría que le pide al presidente que renuncie por su incapacidad de gobernar; pero dada su terquedad han acudido al camino democrático del referendo, lo cual tampoco ha sido posible por las trabas que pone en práctica el gobierno el cual advierte cómo avanza con pasos de gigante la protesta y el descontento.
El bajo nivel de aprobación de la gestión como gobernante de Maduro, producto de la crisis que ha puesto en peligro la estabilidad de este país, no son tenidos en cuenta por quienes ostentan el mando, no reconocen el fracaso y se aferran a leyes o las cambian, dominan todos los ámbitos del poder y manipulan cuanto sea preciso para mantenerse so pena de lo que lo pueda suceder si estalla un levantamiento popular. Se afianza en el respaldo que unos pocos le dan todavía, son los llamados enchufados, es decir todos aquellos que reciben prebendas del gobierno y pasan pocas necesidades como si las soporta el grueso de la población.
Las colas para conseguir alimentos y todos los productos de la cesta básica, lejos de desaparecer continúan en la rutina diaria. Las declaraciones de los organismos internacionales son desechadas por considerarlas intromisión en asuntos internos. La culpa de la crisis recae en los industriales que crearon una guerra económica apoyados por el imperio norteamericano y en los paramilitares colombianos que están desde hace rato en su territorio para asesinarlos. Esa es la letanía que todos los días promulgan sin reconocer sus responsabilidades.
Por voluntad del gobierno este año no habrá el referendo revocatorio en Venezuela y si lo permiten será en 2017, para entonces Maduro saldría del palacio de gobierno y sería reemplazado por otro miembro de su partido, quien terminaría el periodo de gobierno al año siguiente. Ante tan cruda expectativa, los opositores no se irán de la calle y las manifestaciones continúan con el objetivo claro de lograr un cambio en el gobierno y buscar una solución a la crisis de un país otrora rico y pujante.