Las cosas en Venezuela están cambiando y dando el giro que se estaba anhelando que ocurriera desde hace rato, todo ello precipitado por la crisis en muchos campos de su vida nacional, situación que se hace inaguantable para los ciudadanos. Tan pronto como la Asamblea Nacional fue elegida en diciembre pasado, dando paso a una renovación que le otorgó la mayoría a la oposición, comenzaron a gestarse los proyectos que tienen la intención de buscar salidas a esa problemática.
No obstante, el presidente Maduro se aferra al poder y se atornilla a la silla del primer mandatario, para eso echa mano de sus aliados, a los que puso allí, en el Tribunal Supremo de Justicia, los cuales tienen el encargo de dejar sin sustento a las leyes que aprueba la Asamblea Nacional, entre estas la Ley de Amnistía y Reconciliación que, buscaba sacar de las cárceles a los presos políticos, aquellos a los cuales Maduro no les reconoce tal condición.
Los subsidios y dádivas para los chavistas ya no son suficientes para mantener fieles a quienes otrora militaban en sus huestes; el hambre, la inseguridad, las colas y las peleas en la calle por un bulto de cebolla, son las imágenes que abundan en la redes sociales y desde la base de los partidos afectos al gobierno se oyen los reclamos angustiados de los ciudadanos que no encuentran que comer, aun teniendo “riales” para comprar. A esto se unen los cortes de energía eléctrica. El fenómeno del niño le pasó factura a la imprevisión y los apagones tienen horario con orden oficial y para ahorrar luz los empleados públicos se van de asueto tres días a la semana, justo cuando deberían quedarse más tiempo trabajando en procura de soluciones reales.
El siguiente mecanismo del cual ha hecho uso la oposición es el referendo revocatorio del presidente, no sin antes haberle pedido que voluntariamente renunciara. El primer paso ha sido recoger el 1% de la firmas de los ciudadanos inscritos en el censo electoral y en un solo día se recolectaron 6 veces la cantidad necesaria para dar inicio a este proceso. Fue tan exitoso que se vio a activistas tatuados con la imagen de Chávez agitando en pro del referendo.
Las triquiñuelas no paran y Maduro está dispuesto a dar la pelea para impedir que el referendo ocurra dentro del lapso que lo obligaría a abandonar el cargo para citar a nuevas elecciones y jugará la carta de aplazar la instancia final hasta cuando pueda ser reemplazado por su vicepresidente que vendría a terminar el periodo presidencial.
Con la fuerza que inició el revocatorio se vaticina que será incontenible, tan imparable como un home run con las bases llenas y cuando el soberano sea citado a votar por el Sí, se pondrá fin a la carrera de alguien que llegó al cargo presidencial por designación del extinto líder del Socialismo del Siglo XXI, una embeleco que le costó mucho al vecino país.
