Hace una semana cuaando se abrió la frontera entre Colombia y Venezuela de manera provisional, sorprendió a muchos la cantidad de personas que la cruzaron para hacer sus compras de elementos de primera mano en Villa del Rosario y Cúcuta.
No se esperaba un número tan grande compradores. A su vez, los venezolanos fueron sorprendidos por la amable recepción que tuvieron por parte de los colombianos y de acuerdo con su capacidad económica adquirieron los productos que son escasos en su país.
Para algunos fue la oportunidad propicia para recordarles a los venezolanos, que hace mucho expulsaron a muchos colombianos que allí estaban asentados, so pretexto de ser contrabandistas o paramilitares, poco de ello había entre quienes tuvieron que cruzar a toda prisa el río trayendo sus pocos enseres.
Pero no es el momento para reclamos y represalias, todo cuanto ocurrió por aquella fecha fue ordenado por el gobierno, nada tenían que ver los inermes ciudadanos que ahora vienen en busca de lo básico.
Sucede con frecuencia que los pueblos se equivocan y eligen malos gobernantes y luego es difícil dar marcha atrás.
Hoy se prevé que un número mayor de personas cruce los puentes fronterizos y lleguen a los comercios locales. Esta vez se han tomado medidas para poder atender con buen trato y prontitud a los venezolanos que encontrarán en los supermercados y tiendas los productos que más demanden.
El péndulo que marca el estado de los pueblos y naciones, no cesa en su constante vaivén, tiene ahora en la cima a Colombia y el nadir está ocupado por Venezuela, pero no siempre fue así, algunos años atrás la situación era a la inversa y tal vez algún día retorne a ese estado.
Lo bueno es que en uno u otro momento, siempre han estado aquí los venezolanos de compras, con distintas expectativas y necesidades. Cúcuta que es una ciudad hecha para el comercio siempre los ha recibido con los brazos abiertos, hoy no será la excepción.
Esta ciudad comercial por iniciativa del actual mandatario, ha revivido las otrora famosas fiestas julianas. La programación que abarca cuatro días incluye bailes populares, conciertos, desfiles, cabalgatas y expresiones culturales que, intentan rescatar la identificad de esos festejos que en decir de los más viejos tuvieron reconocimiento nacional.
A juzgar por lo visto, la gente ha disfrutado cada uno de los eventos y el comportamiento ha sido bastante bueno, según el informe de las autoridades.
Nos hace falta todavía consolidar estos festejos y darles una mayor importancia para que involucre a todos los habitantes del valle de San José de Cúcuta. Que haya junta permanente para que se ocupe de su organización y puesta en marcha, como ocurre con las ferias grandes de Colombia, tales como Cali, Manizales y Medellín.
Es de hacer notar sin embargo la queja justificada de buena parte de los habitantes de la ciudad, el caos vehicular y los nudos que se forman con el cierre de la vías y la falta de alternativas para evitar el embotellamiento que causa un trauma serio en la movilidad, de por sí ya complicada. Este aspecto merece revisarse para las próximas oportunidades, con ello todos estaríamos contentos