La victoria de Donald Trump en las elecciones de los Estados Unidos de América hace parte de esos sucesos atípicos que ocurrieron el año pasado contra toda predicción, lo cual fue un síndrome mundial que le ha valido muchos análisis, pero el caso del nuevo presidente de esa nación es un hecho bastante  llamativo.

Este viernes pasado con la llegada a la Casa Blanca de este nuevo inquilino comenzó la era Trump enmarcada por un tono nacionalista y populista muy acentuado. El discurso de la campaña no lo ha cambiado, justo lo que le proporcionó la confianza que luego se tradujo en votos por parte de los ciudadanos inconformes que estaban buscando un cambio. Representó a un timonel distinto, un cambio en la política tradicional que en su momento estuvo representada por Hillary Clinton, eso es lo que estaban anhelando muchos de los habitantes de la poderosa nación, circunstancia que supo explotar con mucha habilidad el magnate que hasta entonces había estado dedicado a sus negocios particulares donde amasó una enorme fortuna, sin que hubiese tenido ninguna experiencia con lo público.
 
Los temores de una división entre los norteamericanos se funda en la fuerza de las palabras del nuevo mandatario que se ajustan al populismo que ha hecho muchos estragos en otros países, además propende por el nacionalismo y proteccionismo, discurso había quedado atrás, para dar paso a una era más universal como la que aplicaron los últimos presidentes. El oficio de Trump queda patentado en sus primeras palabras al tomar posesión del cargo: “No estamos solamente transfiriendo el poder de una administración a otra, estamos transfiriendo el poder de Washington D.C y se lo estamos dando al pueblo de los Estados Unidos”
 
Poco se había visto que al momento de iniciar el gobierno parte de la población ya estuviese manifestándose en contra del recién llegado y eso ocurrió en la capital principalmente, la gente no está conforme con la prédica de Trump que se acentúa con la frase: “Debemos proteger nuestras fronteras de los estragos de otros países que fabrican nuestros productos, robándonos, destrozando el empleo.
 
La protección llevara a la prosperidad y gran fuerza”
 
La ventaja adicional que tiene el magnate para llevar a cabo su plan de gobierno preconcebido y conocido por los ciudadanos de aquel país es que cuenta con el apoyo del congreso, donde su partido, el Republicano, es mayoría  El énfasis de su nacionalismo que llevado al extremo se puede tornar peligroso quedo patentado con otra de sus frases en el acto inaugural del periodo de cuatro años: “A partir de este día, una nueva visión gobernará nuestro país. Desde este momento será solo primero Estados Unidos, primero Estados Unidos”
 
La historia reciente nos ha dejado como lección que esa mezcla de populismo y nacionalismo ha tenido consecuencias  desfavorables en donde se ha puesto en marcha. Basta con echar una mirada al vecino de al lado, la situación que viven hoy los venezolanos es producto de la aplicación de políticas de ese estilo por sus gobernantes.  Tal vez no sea el destino de los americanos y sepan reaccionar a tiempo, porque si no es así, tendrían que clamar una de las mas socorridas frases de sus presidentes: “Dios salve a América”