Sigue creciendo el número de víctimas fatales del terremoto en Ecuador de acuerdo con las cifras oficiales, son ya 646 los fallecidos en esta catástrofe y entre ellos un buen número de colombianos.
El problema va más allá de la misma situación de destrucción y muerte generada por el movimiento de la tierra y compromete al gobierno y las organizaciones que tienen que ver con la reacción ante la tragedia y proporcionar ayuda a los afectados.
Los organismos de socorro de muchos países hicieron presencia en Ecuador para colaborar en el rescate de víctimas y la remoción de escombros, las ayudas en especies y bienes esenciales también llegaron al territorio devastado; pero, la población afectada ha clamado porque no tienen aguda y les falta la comida, además de los enseres y todo aquello que pueda mitigar la desafortunada situación.
El mismo presidente Rafael Correa ha reconocido que la distribución de las ayudas no ha sido oportuna y se han presentado inconvenientes, lo cual fundamentalmente ocurre porque estas labores se han tenido que desarrollar sobre la marcha, improvisando planes, para los cuales no estaban preparados.
Lo anterior nos lleva a dos reflexiones: ¿estamos nosotros en riesgo de que ocurra una situación similar en poco tiempo?
Y ¿estamos preparados para afrontar con eficiencia este tipo de eventualidades?
A juzgar por lo que han dicho los expertos que en estos días han estado muy activos y con frecuentes apariciones en los medios de comunicación, estamos ad portas de un terremoto en nuestro país…”gran parte del territorio nacional está en zonas de amenaza intermedia y alta”.
Debe ser así por los frecuentes temblores de baja intensidad que se registran en la zona de la Mesa de los Santos en Santander, sitio que geográficamente está muy cercano a nosotros.
Esto nos pone en situación de ser afectados si la intensidad de estos movimientos de la tierra crece.
La historia nos habla que hace 49 años tembló en Aratoca, Santander (6.8) y repitió hace 1 año (6.1). Hace 47 años fue en Machiques, estado Zulia, Venezuela (6.1).
Pero el más cercano ocurrió en Arboledas y afectó los pueblos vecinos en julio de 1.950.
Es probable que las autoridades –ojala así sea- conociendo estos antecedentes tengan previsto un plan de contingencia para dar una respuesta inmediata de ayuda que debe extenderse en el mediano plazo para socorrer a la población afectada.
Que se sepa, algunos simulacros de desalojo en situaciones de temblor se han realizado en instituciones y núcleos poblacionales.
Las noticias que proceden de Ecuador son desgarradoras, pero ellas deben enseñarnos una lección fundamental: debemos estar preparados, se debe aleccionar a todos los ciudadanos y que estos sepan con precisión como obrar cuando la tierra tiemble.
Pero además se sabe ¿cuáles son las edificaciones en riesgo de colapsar? y ¿las nuevas casas y edificios están siendo construidos con las exigencias antisísmicas?