Es bien conocida la forma como conduce al país vecino su presidente, controlando todos los poderes y ahogando al legislativo sin dejarle oportunidad de maniobrar al único bastión desde el poder que tiene la oposición, convirtiéndose en un dictador. 

Con alguna frecuencia Nicolás Maduro lanza dardos verbales que tienen como blanco al pueblo colombiano o al presidente Santos quien ha estuvo en su contra, luego como mejor amigo y otra vez miembro del grupo que está en desacuerdo con sus políticas de gobierno. 

Pero por fin dijo algo en lo cual le asiste la razón. 

Miles de colombianos están cruzando la frontera para llegar a Venezuela, el texto tomado del diario El Nacional dice a la letra: “Es muy grave el problema de la migración de los refugiados colombianos hacia Venezuela, eso es diario, son miles y miles”, dijo el mandatario desde un acto en el palacio presidencial de Miraflores, en Caracas, junto a decenas de personas que viven en zonas fronterizas entre Colombia y Venezuela. 

Claro que si Maduro, si lo supo a medias, se lo contamos. 

Miles de colombianos cruzaron el jueves anterior la frontera, estaban vestidos con camisetas amarillas, pero sepa que ese no es el uniforme de un grupo paramilitar, es la camiseta de la selección Colombia de futbol. 

Su destino era San Cristóbal, allí llegaron hasta el estadio de Pueblo Nuevo, asistieron al partido de futbol que enfrentó a Colombia con Venezuela, el marcador final fue cero a cero, lo cual significa que se trajeron un punto que sirve para lograr la clasificación para el campeonato de Rusia 2018. 

Pero sepa también que todos los que pasaron, incluido el equipo, los directivos, el Cole, los  miembros de la prensa, todos; todos regresaron a Colombia en la noche y se fueron para sus casas tal vez un poco apesadumbrados por no haber ganado el partido y estar aún más cerca de la clasificación para el campeonato de Rusia. 

No fue un buen partido el jugado por Colombia y Maduro no tiene la culpa. 

Faltó juego de equipo, de conjunto cohesionado; hubo muy pocas llegadas al arco de la vinotinto y cuando esto ocurrió se encontró con Wilker Fariñez, un novel pero muy acertado portero que, supo detener la pelota cuando llevaba camino de gol. 

No hubo contundencia, esta vez el equipo quedó en deuda con los aficionados que lo acompañaron en el estadio y los que seguimos el partido por la televisión. 

Esto aplazó el momento de la celebración por la cercanía a la clasificación, la cual según las cuentas que se hacen, se logra con 28 puntos. 

Dentro de dos días el próximo rival es Brasil en la cancha del Metropolitano de Barranquilla, ojala sea ese el partido el de las sorpresas gratas y aseguremos con tres puntos el tiquete a Rusia. 

Nada es imposible y no hay que perderle la fe en un equipo que en otras jornadas nos ha regalado emociones y satisfacciones.