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Un triste amanecer
La muerte trágica causa un impacto negativo, más cuando ocurre colectivamente.
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Domingo, 4 de Diciembre de 2016

Hay amaneceres calurosos como los habituales en nuestra ciudad, también lluviosos como los de esta época del año, pero también los puede haber tristes, como el del pasado martes.

La rutina habitual señala impulsa a encender el radio para enterarse de las novedades noticiosas y saber cómo comienza el día, así que esa mañana no podía ser la excepción y la sorpresa fue mayúscula.

Se había accidentado el avión que traía a Medellín el equipo rival de Atlético Nacional en la final de la Copa Suramericana, el Chapecoense, de ahí en adelante se sabe todo el entramado del trágico episodio y los análisis que se han hecho con relación  al suceso mismo, sus posibles causas y las luctuosas consecuencias.

La muerte trágica causa un impacto negativo, más cuando ocurre colectivamente, cuando compromete a un grupo que forma parte de un colectivo que, en poco tiempo adquirió fama y reconocimiento, esto le había ocurrido a los miembros del equipo brasileño de fútbol Chapecoense.

Hasta hace poco desconocido, muy rápido ascendido al sitial de los importantes del futbol en Suramérica gracias a la magnífica campaña del año pasado y por haber obtenido mayores logros en la versión 2016 en el mismo campeonato,  tanto así que había llegado a la final.

Ya conocíamos someramente a ese equipo, no así de la existencia de la ciudad de Chapecó ubicada al sur de Brasil, de allí era ese formidable equipo que en decir del periodista local Audrei Piccini, “el club ha transformado la ciudad”

La gente en todas partes ha quedado impresionada por este hecho que segó la vida de un puñado de entusiastas deportistas, luchadores, ganadores hasta esa fecha.

Sus cuerpos fueron rescatados del lugar del siniestro por los socorristas de la zona, luego de haber evacuado con la prontitud que demandaba la situación a los sobrevivientes.

Las maniobras de rescate tuvieron el éxito que hoy se les reconoce a quienes participaron y dejaron en buen nombre a los miembros de estos escuadrones bien preparados y quienes ofrecieron una respuesta oportuna.

El milagro, por voluntad divina, le correspondió a quienes pudieron salir con vida de ese fatídico sitio, todavía en fase convaleciente; ellos pudieron encontrar muy rápidamente la mano amiga de quienes acudieron al rescate y los trasladaron a los centros de atención médica de la zona.

Allí también estaba de turno un eficiente grupo de personas compuesto por médicos, enfermeras y demás miembros del equipo salud que ejecutaron los protocolos para salvar a las víctimas y recuperarlas de sus heridas; en ese aspecto  la calificación es alta para quienes tuvieron esa abnegada misión.

A los habitantes de esta zona, con Medellín a la cabeza, hoy el mundo les agradece todo lo hecho en favor de las víctimas de este accidente aéreo y más allá de eso, por las muestras de solidaridad que fueron expresadas de diversas maneras.

El acto del estadio Atanasio Girardot fue muy conmovedor, todos los asistentes y quienes no tuvieron acceso a ese escenario deportivo portaban diversos símbolos para manifestar su acompañamiento a quienes pertenecían a estas familias, a los habitantes de esa ciudad, porque como lo dijo alguien de ese terruño “no murió el equipo, murió la ciudad”.

El sino trágico dio paso a la actuación valiente, decidida y solidaria de los paisas, con ello le dieron al mundo una muestra de lo que están hecho los colombianos. Lástima que nuestro presidente hubiera estado tan ausente y distante.

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