Se espera que al terminar definitivamente el conflicto armado en Colombia, primero con las Farc y luego con el Eln, muchos desplazados por esta lucha fratricida puedan retornar a sus tierras y sus hogares de donde fueron desplazados por la fuerza y bajo amenaza. Ese será un importante logro para las víctimas del conflicto, su vuelta a la patria chica será parte de la reparación a la cual tienen derecho, porque muchos de los afectados de esta forma fueron actores inermes y están a la espera que en parte sea resarcido su sacrificio. Es obvio que, faltan días y procesos para que esto se haga realidad y Juan Pueblo pueda ver una.
Otros desplazados ayer pudieron celebrar porque volvieron a tener una casa, un barrio, un pueblo. Los gramaloteros con paciencia aguantaron estos 2.274 días, esto es, más de seis años; pero finalmente el día llegó y les fue entregado un nuevo sitio donde habitar. Hubo alborozo por este acontecimiento porque la espera de más de 6 años había terminado. Es inexplicable que haya pasado tanto tiempo para encontrar un sitio adecuado y poder reconstruir el pueblo. La burocracia, los largos y tediosos trámites, casi producen un efecto más deletéreo entre los gramaloteros que el agrietamiento de la tierra en su original pueblo.
Los aplazamientos finalmente terminaron, por fin llegó este día, aunque no todos tendrán la misma dicha, porque es apenas una entrega parcial de casas y espacio público en el nuevo pueblo, la mayoría continúa en lista de espera.
Los comienzos de este poblado de Norte de Santander se remontan a 1857 cuando fue fundado por primera vez. Una segunda fundación ocurrió en 1883 y allí estaba con sus más de dos mil habitantes asistiendo a su propia historia, hasta el 17 de diciembre de 2010 cuando la tragedia lo azotó, como consecuencia de la falla geológica la tierra se agrietó; las casas, el templo, el parque, las calles, todo se partió en pedazos, el pueblo se desmoronó y no quedó otra opción que abandonarlo y empezar a padecer el desplazamiento, que sólo hasta ahora ha sido mitigado parcialmente, dado que solo 54 familias han tenido la fortuna de ocupar una casa nueva en la vereda Miraflores donde se asentó su novedoso casco urbano.
La programación propuesta dice que a lo largo de este año en dos jornadas más serán ocupadas las tres centenas de casas construidas en aquel sitio, el proceso de asignación de las escrituras continuará de acuerdo con lo previsto por las autoridades departamentales y municipales. Pero no termina todo allí, todavía faltan el hospital y la iglesia, debe además asegurarse la eficiente prestación de los servicios públicos y el mantenimiento de la vía de acceso.
La ilusión de los gramaloteros está intacta y el reencuentro de las familias que tuvieron que atomizarse por la tragedia natural, es la constante que los ha mantenido durante estos largos años de espera y confían en que las autoridades no sean inferiores a este reto, superada la larga espera que no tiene una explicación lógica. Suerte para los gramaloteros que estrenarán un hábitat diferente y que pronto se convertirá en sitio de visita obligada.