Un domingo de enero de este año a las doce de la noche encendí el radio y me dispuse a oír “Así canta Colombia” en la cadena Caracol. Durante años estaba disfrutando del mencionado programa. Esperé la reconocida voz del antiguo narrador deportivo Gabriel Muñoz López anunciándolo y el pasillo fiestero Patas-dilo (patas de hilo), la cortina musical. (El compositor Carlos Vieco Ortiz no encontró otro nombre para este pasillo que el apodo de su embolador, “Patas de hilo”). 

Esperé largo tiempo, y nada. Ni la voz del locutor ni el pasillo. En su lugar el espacio lo habían llenado con un tema muy diferente. Creí que habría ocurrido alguna falla en el programa que, según el veterano conductor, andaba por los 64 años de transmisión ininterrumpida, y aguardé el próximo domingo, pero, igualmente, no salió. Entonces investigué sumariamente cuál era la causa y me enteré de que don Gabriel Muñoz López, un ícono de la radio colombiana, director, locutor y libretista de “Así canta Colombia”, venía sufriendo quebrantos de salud, a sus 92 años de edad, y que su familia prácticamente lo había obligado a suspender el programa.  

Difícilmente me resigné a privarme de ese descanso dominical a la medianoche. Para mí era un arrullo, con el que me dormía a veces en mitad de una canción. 

Don Gabriel, en raudos trazos daba los datos de la casa que había producido el disco, la semblanza del cantante, por qué el nombre de la canción, las distintas versiones y otros pormenores. Según lo que extrajera del baúl de los recuerdos mi atención se despertaba, alejaba momentáneamente la somnolencia y, si me había atrapado la melodía, procuraba retenerla en mi memoria para buscarla al día siguiente en YouTube y guardarla en la lista de mis favoritas. 

Por lo general la música colombiana que presentaba el maestro aludía a la música andina – bambucos, pasillos, guabinas, danzas, valses, bundes y sanjuaneros -, pero con el tiempo don Gabriel comprendió que también la conocida como música tropical- de Pastor López, Gustavo Quintero, Rodolfo Aicardi, p.e.-, los boleros, los joropos, los porros, la cumbia, la carranga, los fandangos, el currulao y los vallenatos (los vallenatos clásicos, por supuesto) también son música autóctona. Aunque, a decir verdad, él prefería los aires armoniosos de las tierras frías. 

Don Gabriel poseía una colección de discos impresionante, que comprendía verdaderas joyas y no pocos “incunables” de la música nacional e internacional, de cuanto compositor y cantante famoso existiera. Aunque no puede decirse que siempre ponía a rodar antiguallas o “viejeras” de discos pues también estaba al tanto de los más recientes y de las agrupaciones juveniles triunfadoras en los géneros dichos, eso sí, de modo que no era excluyente sino muy amplio y abierto a todas las épocas, tendencias, voces y manifestaciones musicales. Sin duda, era una biblia en materia de música nacional. 

En muchas entrevistas, Gabriel Muñoz López, quien era manizalita, contó que su programa había empezado en julio de 1954 en La Voz de Antioquia de Medellín – que después la adquirió Caracol -. Para cada programa elaboraba un libreto en una máquina de escribir marca Brother, y nunca usó computador. 

Gabriel Muñoz López falleció en Bogotá el 2 de agosto del corriente año.

¡Cómo lo hemos extrañado sus noctámbulos seguidores! 

Su programa no ha podido ser reemplazado con ninguno otro. Es irrepetible. Al parecer, nadie tiene los quilates para hacer algo semejante. 

Es lo mejor que puedo decir en homenaje a este gran colombiano. 

orlandoclavijotorrado@yahoo.es