Alrededor de la reforma a la salud se han tejido muchas versiones y se han lanzado múltiples conjeturas como consecuencia del manejo que ha hecho del proyecto la ministra Carolina Corcho, quien ha guardado muy celosamente el contenido del texto definitivo y se ha dedicado a lanzar especies sobre uno que otro punto para generar polémica. Ejemplo de esto es el tema de la eliminación de las EPS argumentando que el manejo de los recursos por los particulares no ha sido eficiente, sino hasta ahora intermediarios financieros no eficientes, por tanto, deberían pasar esos dineros a manos del Estado para repartir y administrar.
Hasta hace pocos días las EPS se acabarían y pasarían por un periodo de transición de dos años. En eso estábamos hasta la reunión de los directivos de esas empresas con el presidente Gustavo Petro, después de la misma parece que cambió la dirección del gobierno porque su vocero autorizado el ministro del interior declaró que estas no desaparecerían y las que se acondicionen al nuevo sistema de atención primaria y prevención van a tener todas las posibilidades de desarrollar objeto social. Es decir, pierden la esencia que han ostentado hasta ahora.
Dicho de otra manera, ahora el presidente, acostumbrado a dar saltos hacia atrás, frena la propuesta inicial de la ministra, da oxígeno a las EPS asegurándoles que no van a ser eliminadas del nuevo sistema, para crear un clima más tranquilo y les cambia su rol, les quita el manejo del capital y las convierte en instituciones prestadoras de salud para que puedan seguir funcionando, lo cual también es especulativo porque el texto que se ha demorado en su elaboración solo se conocerá hasta cuando sea puesto a consideración del congreso de la república.
Los médicos también ya recibimos la dosis correspondiente de parte de la doctora Corcho, al culpar a este gremio de las dificultades financieras, al tiempo que deja muy bien plantados a los alcaldes y gobernadores, los exime de toda responsabilidad, preparando el camino para que ellos con el nuevo modelo sean quienes administren el presupuesto de la salud, lo cual implica un manejo político y de amiguismos con el riesgo que la plata tome otros rumbos y entonces nada se habrá enderezado.
El talento humano en salud todavía guarda la ilusión que el nuevo sistema le otorgue dignidad y reconozca con creces el papel que juega en el manejo de los enfermos, con estabilidad laboral y salarios justos. Ojalá esto no sea solo una quimera porque médicos y enfermeras en cualquier nivel de atención no están siendo bien tratados ni remunerados.
Los médicos llegarán a la casa de los colombianos, especialmente los residentes en áreas rurales y zonas marginales de las ciudades para velar por su salud, lo cual suena bonito, pero estas visitas no surtirán efecto positivo si no cuentan con los medios para remediar y si sus actuaciones están respaldadas por un adecuado saneamiento básico ambiental, acueducto, alcantarillado y mejores estándares de vida.
Mucho se habrá de decir y disentir del proyecto a la ministra Corcho y alguna modificación menor se logrará por parte de quienes hagan oposición mientras transita por las comisiones y sala plena del congreso, porque se aprobará, habida cuenta de las mayorías con que cuenta el presidente y mucho más si estamos en año electoral donde las dádivas en forma de conserva dulce, hacen presencia tanto en la campaña para asegurar cargos burocráticos que les permita permanecer activos con mando y capacidad de decisión de los políticos. Nos cambiarán el sistema de salud, es inatajable.
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