Amables Lectores: El costo de oportunidad es aquello que dejamos de hacer por realizar algo diferente. Cuando se razona en términos del costo de oportunidad, los populistas se delatan porque ellos creen que todo es posible, olvidándose que el concepto central de la economía es la escasez de recursos y por eso nos vemos obligados a priorizar para escoger entre diferentes opciones que tienen posibilidad de realización. Con 45 millones de habitantes, Colombia tiene que pensar en su futuro. Todos los colombianos creemos que nuestro costo de oportunidad está en el agro. En el mundo la demanda por comida es casi infinita, nuestra gente es trabajadora y Dios nos colaboró ampliamente dándonos agua, luz y tierra. Debemos recuperar el tiempo perdido al haber abandonado el agro y al campesinado por seguir el absurdo de un dirigente político que alguna vez, lleno de insano orgullo promulgó: “Colombia debe ser el Japón de Suramérica” premisa que llevó por muchos años al abandono del campo y a la pauperización de las ciudades con barrios de invasión fuera de cotas de servicios públicos y a competir en desventaja con otros países con mayores desarrollos industriales, energéticos, mejores puertos, vías de comunicación y por ende menores costos de producción.
Difícil panorama cuando en el agro teníamos verdadera ventaja competitiva. El banquero Gabriel Jaramillo, hoy dedicado a la ganadería en los Llanos Orientales, manifestó: “Colombia podrá ser un gran exportador de proteína animal, sin encarecer la producción local”. Tenemos una oportunidad enorme en carne de res. El banquero Jaramillo afirma que los proyectos que se decida iniciar deben ser rentables.
El que no entiende de economía cree que todo es posible y así lo promulga. Quiere servicios públicos subsidiados, salud y educación gratuitos, pero nunca habla con claridad sobre quien proveerá los recursos necesarios para llevar a cabo “esas maravillas”, cuando se le presiona, el populista, con gran desfachatez, manifiesta: “Los ricos los proveerán”.
Según el columnista Miguel Gómez Martínez algunos sindicalistas, estudiantes y maestros tampoco quieren entender sobre costos de oportunidad. Ellos aseguran que sus exigencias son las únicas validas porque todos los problemas del país se resuelven con la simpleza de la educación gratuita y que el país y el presidente deben aceptarles todo porque “ellos son el futuro de Colombia”. Quien cierra los ojos al costo de oportunidad cree que lo que no posee se lo debe garantizar el estado. Los gremios en Colombia, afirman que es equivocado, por simples razones políticas, aumentar los aranceles a los textiles importados del 15% al 38% porque esto incrementaría el contrabando, se aumentarían los costos de producción, se afectarían los precios al consumidor y disminuiría la producción. Es más competitivo bajar los impuestos y la maximización de la productividad van de la mano de la simplificación de los procesos y el fortalecimiento de las instituciones.
No todo es posible y hay factores que no pueden ser ignorados. Subir aranceles es una medida populista que no favorece la industria nacional, se aumentaría el desempleo, el contrabando y la informalidad.