Amables Lectores: Lo más cierto en economía es que los datos estadísticos muestran una realidad. En el 2017 el PIB creció 1,4%. Para 2018 2,6% y para 2019, las proyecciones estiman que el país crecerá por encima del 3%. Aunque la recuperación es lenta, estos datos confirman que la economía no está estancada. Las proyecciones para América Latina, se han definido a la baja. Como ejemplo citamos México, Argentina y Brasil; en contraste con lo anterior, las de Colombia se han revalorado al alza por entidades como el Banco Mundial.
No obstante el análisis anterior debemos tener en cuenta que los problemas políticos y económicos, a nivel mundial, también afectan a Colombia. La guerra económica entre Estados Unidos y China – tensiones políticas con Siria –definición del Brexit en Gran Bretaña, con una salida abrupta y no negociada – la desaceleración de la economía China – el desbordado crecimiento de la India y los repetidos anuncios de expertos sobre una posible recesión en Estados Unidos.
Todo esto explica el deterioro de la balanza de pagos. Las exportaciones, según datos del Banco de la República, crecen menos que las importaciones. Las primeras en el trimestre de Enero a Marzo de 2019, crecieron 1,1% mientras las segundas lo hicieron en 13,9%. Un factor determinante de este desbalance es en parte la volatilidad de los precios del petróleo y las dificultades en el mercado mundial originadas en las situaciones de conflicto, ya analizadas. Las importaciones crecen en forma destacada porque en su mayoría son bienes de capital y materias primas.
En resumen, el balance económico del primer año de gobierno del presidente es positivo si lo comparamos con gestiones de años anteriores. Este crecimiento se ha logrado no obstante la incertidumbre creada por tensiones entre diversos países del mundo. La situación interna tampoco ha sido positiva para lograr un mayor crecimiento. La oposición política busca oponerse sin sentido y sin aportar fórmulas sustitutivas que produzcan beneficio para la economía del país. Caso concreto las múltiples demandas contra la ley de financiamiento. Parece que los opositores al gobierno simplemente aplican: “Demandar y demandar, que de la demanda algo queda”.
Aunque se tienen resultados económicos favorables, tengamos cuidado con el tema laboral. La tendencia es desfavorable. En 13 ciudades capitales y diferentes áreas metropolitanas en el trimestre de marzo a mayo del 2019, la tasa de desempleo fue del 11,5%, creciendo 1% con respecto al mismo trimestre del 2018 que mostró 10,5%.
Visto lo anterior, la situación del mercado laboral se agravará por el proyecto de ley promovido por el uribismo, que busca la creación de una media prima adicional para mejorar la capacidad de compra de los trabajadores. Se estima que cerca de cinco millones de trabajadores que ganan menos de tres salarios mínimos legales recibirán este ingreso adicional.
El Centro Democrático, según informa el columnista Miguel Gómez, ha sido partidario de tener un estado austero, siempre defendiendo las medidas para crear empleo, con menores impuestos. Es lamentable, afirma el columnista Gómez, se deje contagiar por el populismo que maneja la izquierda. Si subir salarios solucionara el problema de la pobreza, se justificaría una medida de esta naturaleza. No se debe olvidar que el costo del trabajo, debe estar relacionado con la productividad. El alza pasada del salario mínimo en un 6% fue aplaudida por el mundo sindical, pero inconveniente para el manejo inflacionario e impidió aumentar la formalidad y creación de puestos de trabajo. Con el oportunismo que caracteriza a la clase política, el proyecto de ley presentado por los uribistas, ha recibido apoyo de las demás corrientes políticas, porque ante unas elecciones territoriales nadie quiere oponerse a una iniciativa que podría generar votos.
Cuidado con esta “Ley populista” que afectaría grandemente el mercado laboral y castigaría a los desempleados e informales, que con ella verán alejarse la posibilidad de tener empleos estables y con todas las prestaciones sociales.