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El ciudadano cobarde
Y esto es algo que se vio en ambas partes de la discusión.
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Viernes, 21 de Octubre de 2016

Es entendible que no estemos de acuerdo con muchas cosas que pasan en nuestro país, pero lo que sí me parece catastrófico son los colombianos que sienten vergüenza de su nacionalidad. Después de todas las reacciones que desencadenaron la campaña y resultados del pasado plebiscito, es importante detenernos a ver lo frecuente que fueron los comentarios de ciudadanos maldiciendo su mala suerte de vivir en Colombia o añorando haber nacido en otro lugar.

Y esto es algo que se vio en ambas partes de la discusión. Los promotores del SI, cuando perdimos el plebiscito, indignados de vivir en un país de “salvajes ignorantes”, varios manifestaron su deseo de haber nacido en otro país “digno” para ellos. Y no nos engañemos, si hubiera ganado el SI, los promotores del NO habrían tenido la misma reacción refiriéndose a los “mamertos comunistas”.

Negar la nacionalidad es negar la propia existencia, es como desear haber sido otra persona. Parte de nuestro ser es haber nacido en el país que nos corresponde, la coyuntura de nuestra historia lo quiso así.  Es constructivo tener una actitud crítica permanente sobre los acontecimientos políticos, pero es muy perjudicial para la sociedad tener ciudadanos cobardes, que crean conveniente negar a la mamá y salir corriendo, me parece absurdamente egoísta.

Ser ciudadano consiste en ser uno y todos al tiempo, no tiene sentido pensar que somos individuos superiores y apartados del resto de nuestra comunidad. Eso es imposible. Por ejemplo, cuando una ciudad tiene altos índices de pobreza, todos somos víctimas y victimarios, porque hacemos o no hacemos nada para que nuestro sistema social funcione de manera ineficiente. Es típico que pensemos que todo es culpa de “otros”, pero que si fuera por nosotros, todo funcionaría perfectamente. La verdad es que como comunidad, somos parte de un equipo, y si las cosas no funcionan la culpa es de todos.  

Lo he dicho en otras ocasiones, insisto en que nos hace falta más respeto por la bandera y lo que significa ser colombiano.  Y aclaro, esto no solo significa amar a la selección Colombia, el chicharrón, Maluma, etc. Ser colombiano debería hacernos sentir que, pase lo que pase, estaremos orgullosos de nuestro país, porque así pensemos diferente, todos queremos vivir en un bello país no solo por sus paisajes.

Para ser sincero y parecer un buen perdedor, debo admitir que aunque voté por el SI a la Paz, disfruté muchas cosas que pasaron. Disfruté que la maquinaria política haya sido derrotada, de que en regiones como Norte de Santander, el ministro del Interior, el gobernador y el principal alcalde le hayan quedado mal al presidente Santos (NO: 64%; SI:36%). Disfruté que a Santos haya ganado el Nobel de Paz, para ver la cara golpeada de los uribistas cuando con arrogancia habían entrado a la casa de Nariño. Y sobre todo, disfruté ver que las estructuras políticas dominantes de Colombia tambalearon frente a un país muy dividido, pues tengo fe de que este fenómeno sea una oportunidad para que la forma en que funciona la política empiece a cambiar. Por una política más al servicio de los ciudadanos inconformes, pues sea como sea, se hicieron oír honestamente en las urnas.

Pero para ver con claridad las oportunidades es necesario no perder el optimismo y el amor por Colombia. Si somos cobardes, como cuando nos atrevemos a decir que es una vergüenza ser colombiano, seguiremos en un mar inútil de lamentos. Es cierto que Colombia está hecho un mierdero, pero es nuestro mierdero. Los invito a seguir en la lucha, al fin y al cabo todo somos hermanos, no queremos ver a los derrotados sufriendo, queremos ver un país donde todos podamos vivir tranquilamente y respetuosamente. Para mí, ser Colombiano siempre será un privilegio.

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