El pasado domingo 30 de junio, durante una visita oficial a Panamá para la posesión del presidente José Raúl Mulino, se grabó a alguien, presuntamente el presidente Gustavo Petro, caminando de la mano con una mujer que no sería su esposa. Aunque los videos se viralizaron en redes sociales, los principales medios colombianos no les dieron mayor importancia, argumentando que correspondía a la vida privada del presidente.

Sin embargo, el portal La Silla Vacía (LSV) decidió abordar el tema y enviar a sus periodistas a Panamá para verificar la veracidad del rumor, lo que abrió un debate sobre la relevancia de la información que producen los medios de comunicación. El exhaustivo informe de LSV, que detalla cada aspecto del video y la cantidad de esfuerzo y recursos empleados para confirmar que la persona en el video era efectivamente Petro, generó una discusión sobre la pertinencia pública de dicha información y el estilo periodístico de LSV.

El factchecking (verificación de hechos) consiste en corroborar la veracidad de afirmaciones, declaraciones y hechos presentados al público. Con el auge de Internet y las redes sociales, el factchecking se popularizó, convirtiéndose en una práctica esencial en el periodismo y la comunicación política para enfrentar un entorno mediático cada vez más complejo y plagado de desinformación.

Entre sus principales ventajas, el factchecking destaca por su capacidad para garantizar la precisión y veracidad de la información, fomentando la responsabilidad entre figuras públicas y medios de comunicación. Además, educa al público sobre cómo identificar fuentes confiables, mejorando la alfabetización mediática y aumentando la confianza en los medios. 

Sin embargo, el factchecking también presenta desventajas significativas. La eficacia del factchecking depende de los valores o sesgos políticos de las audiencias y, aunque cumple con su papel de verificar información para la ciudadanía, no es suficiente para cambiar su opinión. De hecho, puede terminar confirmando prejuicios. Y este es un punto crucial en este asunto: el factchecking del video de Petro en Panamá se enmarca en una gran campaña de la oposición que busca mostrar al presidente como una persona corrupta e inmoral.

Desde la condena del ex procurador Ordoñez por detrimento patrimonial cuando era alcalde de Bogotá, pasando por el video donde se ve a Petro recibiendo un fajo de billetes (hecho investigado del que no encontró irregularidades, hasta las especulaciones sobre diversas adicciones, perversiones o trastornos que le impedirían a Petro cumplir sus compromisos oficiales, se observa una maliciosa campaña permanente para enlodar la imagén del presidente.

No obstante, LSV destaca una preocupación válida en este asunto: la percepción de poca transparencia en la agenda del presidente. Diversos sectores critican que algunos eventos no se hacen públicos o se informa sobre ellos con poca antelación, lo que dificulta la labor de los medios y genera desconfianza. Lo más preocupante es que el gobierno nacional parece sentirse cómodo con esa forma enigmática de comunicar, encabezada por el Twitter del presidente Petro.

LSV se presenta como un medio riguroso y objetivo que, con campañas como el Detector de Mentiras, busca contrarrestar a los líderes políticos que abusan de las mentiras y la manipulación en sus declaraciones públicas. Y el factchecking es, en efecto, un ejercicio valioso para cualificar la opinión pública colombiana. Pero, más allá de usarlo para aparentar neutralidad ideológica o disfrazar ataques políticos, debe construirse mediante una metodología que evite tanto la banalización del ejercicio como la ausencia de pertinencia para la opinión pública.

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