El sentimiento cristiano más acendrado en esta época es el de la paz, que se expresa en cánticos y oraciones a lo largo de las semanas que preceden a la celebración de la Natividad de Jesús.

Y no es un anhelo menor ni pasajero. La paz es el más valioso de los atributos a los que aspira la sociedad, y a pesar de que se menciona permanentemente, es difícil de lograr.

Lo que más ha vivido la humanidad en toda su historia es la guerra. Sería interminable enumerar los conflictos bélicos padecidos por el hombre, pero lo que está ocurriendo hoy entre Israel y Palestina, entre Rusia y Ucrania, en Siria y en Afganistán, para mencionar solamente algunos casos, nos llena de congoja porque nos llegan todos los días por los medios de comunicación.

En Colombia también hemos sufrido durante toda su existencia guerras civiles, disputas entre comunidades, terrorismo, ataques de grupos armados, y a pesar de los esfuerzos de varios gobiernos por alcanzar acuerdos de paz, todavía el suelo de la patria sigue ensangrentado por diversas causas.

El actual gobierno ha propuesto hacer una Paz Total buscando involucrar en este concepto a todos los actores armados, y disminuir el accionar de las fuerzas legítimas del Estado con la idea de que así se disminuye la conflictividad. El experimento no ha tenido mucho éxito porque se ha recrudecido la violencia y no hay una respuesta positiva de los grupos subversivos y delincuenciales.

Se tiene esperanza de que las negociaciones con el Ejército de Liberación Nacional (ELN) avancen hacia un acuerdo firme. Este grupo armado, que ya cumple 60 años de existencia, sigue en la mesa de las conversaciones y, recientemente, ofreció abandonar la execrable práctica del secuestro. Sería el regalo de navidad más extraordinario para los colombianos.

Debemos mantener la fe en nuestras instituciones que orientan al gobierno en su toma de decisiones, corrigen los errores que se cometen con frecuencia y que, sobre todo, hacen respetar la Constitución y las leyes cuando se emiten actos gubernamentales que las desconocen.

Y llego a creer que, ante las numerosas críticas provenientes de ciudadanos, gremios, sindicatos, comunidades raizales etc. por el deficiente desempeño del gobierno, el Presidente Petro aprovechará el balance que hizo con sus funcionarios para reorientar su mandato.

Los ciudadanos están agobiados por la inseguridad y padecen el desempleo. En diversas zonas del país sigue la lucha por el control del narcotráfico que obliga a sencillas comunidades a desplazarse para huir de le guerra. La economía del país está en retroceso y, como consecuencia de todo esto, el respaldo popular al Presidente es cada vez menor.

Ningún momento mejor que el de estas Navidades para concretar el gran acuerdo nacional del que se viene hablando desde hace muchas semanas en la búsqueda del bien mayor de una nación que es su bienestar. Ya no es tiempo para seguir discutiendo por ideologías y buscar excusas en el pasado, que también está plagado de errores. A lo que aspira el pueblo colombiano es a la paz y al mejoramiento de sus condiciones de vida.

ramirezperez2000@yahoo.com.mx

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