En 1988 el Nuevo Liberalismo construyó en el hotel Duruelo de Villa de Leyva un proyecto de reforma constitucional, inspirado en la constitución liberal de Rionegro de 1863.
Este proyecto fue el corazón del acto legislativo presentado por el presidente Virgilio Barco al Congreso. Sin embargo, congresistas del Partido Liberal que participaron en el exterminio del Nuevo Liberalismo, aliados con el cartel de Medellín y paramilitares del Magdalena Medio, le metieron un mico que consistía en someter la extradición a un referendo para retrasar la puesta en marcha de este mecanismo.
En los anales y actas de sesiones del congreso reposan esta historia y los nombres de quienes impulsaron “el mico” de la extradición.
Ante la arremetida de los “narcocongresistas” de la época que años más tarde fueron judicializados por “parapolítica”, el gobierno Barco tomó la decisión de retirar el proyecto.
Al año siguiente, el asesinato de Luis Carlos Galán el 18 de agosto de 1989 impulsó a los jóvenes estudiantes a organizar la “marcha del silencio” que originó el movimiento de la “séptima papeleta” y posteriormente, la Asamblea Nacional Constituyente.
Aquel proyecto construido por los miembros del Nuevo Liberalismo en Villa de Leyva, fue también el núcleo del espíritu de la Constitución de 1991 y de la construcción de un Estado Social Democrático de Derecho en Colombia. Por ejemplo, la inclusión de los derechos humanos, la tutela, la descentralización política y presupuestal en favor de las regiones, y el sistema nacional ambiental, fueron aportes fundamentales del Nuevo Liberalismo.
A pesar de todo, algunos han pretendido “borrar” esta historia, ignorarla y desconocerla.
El Nuevo Liberalismo les demostró a los grupos guerrilleros que optaron por la lucha armada, que los cambios se podían lograr desde las instituciones democráticas, sin acudir a la violencia, así el camino fuera desigual y difícil.
El Nuevo Liberalismo fue también “la única fuerza política que en Colombia se enfrentó a ese adversario terrible (narcotráfico) de la sociedad y de la organización institucional”.
Por ello, debemos tener claro que el acto revolucionario que cambiará a Colombia es recuperar la verdad histórica, cultivar la memoria y reivindicar la no violencia como el instrumento más poderoso para construir una nueva sociedad.
El próximo 28 de junio con la entrega del informe de la Comisión de la Verdad se dará un paso trascendental en ese propósito.
Esperamos que la historia del exterminio del Nuevo Liberalismo sea recogida por el informe y que esto sirva para avanzar en la superación de la cultura de la guerra que tanto nos ha herido en Colombia.
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