Aunque existe un mapa de los sitios que están expuestos a los constantes sismos, aún es imposible saber con precisión el momento en que se presentarán, por esto los considerables costos provocados cada vez que se presenta este fenómeno natural. El alto saldo de pérdidas de vidas humanas registrado hasta ahora tras el terremoto del pasado sábado en Ecuador, así como las construcciones derrumbadas y las carreteras destruidas, demuestran la incapacidad para afrontar estos eventos naturales.
Ecuador tiene una población de 16’400.000 habitantes distribuidos en un área de 283.561 kilómetros cuadrados.
Su Producto Interno Bruto (PIB) es de 99.000 millones de euros y el salario mínimo 366 dólares.
Es la octava economía de América Latina y hace parte de los 12 países que integran la OPEP. Entre 2008 y 2014 la venta de crudo al exterior, 11 millones de barriles mensuales, le generó ingresos de 77.530 millones de dólares.
Desde su dolarización en enero de 2000 registró cambios económicos favorables, entre 2006 y 2014 redujo la pobreza de 37 a 22% y su PIB tuvo un crecimiento promedio de 4.6 por ciento, razón por la cual los analistas lo bautizaron como el milagro ecuatoriano sostenible. El desarrollo de la red vial ha servido de ejemplo a muchos países vecinos y los lugares turísticos, como Guayaquil conocida como la Perla del Pacífico con su atractivo Malecón 2000 sobre el rio Guayas, atraen turistas de todo el mundo.
Sin embargo, parece ser que la felicidad no es para siempre, pues hace dos años, justo cuando pasaba por el mejor momento, la economía de vecino país comenzó a descender como consecuencia de la caída del precio del petróleo, el cual representa el 56 por ciento de sus exportaciones y la deuda externa pública se incrementó en 31.2 por ciento entre 2014 y 2015 hasta llegar a los 30.800 millones de euros.
Mientras al principio de 2015 se proyectaba un crecimiento económico de 4.5or ciento por parte del Banco Mundial, al final solo creció 0.4. Tras el desastre, para este año se espera una contracción de 4 por ciento.
Pero luego de ver las manifestaciones de solidaridad provenientes de todas partes del mundo con los hermanos ecuatorianos, no queda duda de que las tragedias unen a los pueblos.
