Para quienes han tenido la oportunidad de visitar recientemente a Guayaquil, Ecuador, han podido comprobar que la ciudad está transformada. Pasó de tener un centro histórico abandonado y en ruinas, a ser un referente de patrimonio urbano recuperado y rescatado en toda la belleza de su creación, que hoy disfrutan todos los habitantes de la ciudad, así como los innumerables turistas que por allí pasan.
Pero no es solo eso: se recuperaron de las avenidas, se construyeron soterrados para comunicar distintos puntos de la ciudad, se implantaron sistemas de transporte masivo con articulados y con metros-cable, se colocaron los sistemas de semaforización más avanzados y se acompañaron de esquemas de señalización modernos, y hoy es una ciudad sin ninguna clase de trancones en donde el tráfico fluye de una manera asombrosa, en donde cualquiera puede disfrutar de la ciudad de tres millones de habitantes sin ninguna clase de tropiezos, y sin correr contra el tiempo, lo que ha significado el más completo ejemplo de mejoramiento de la calidad de vida urbana.
Pero a todo esto se suma la recuperación de los parques, la construcción de malecones, la adecuación de extensas zonas de bosques en sus alrededores y una arborización envidiable que le permite a la ciudad vivir con una sombra entre el día que refresca la ciudad, le mejora la calidad del aire y le contribuye a optimizar su régimen de lluvias.
¿Y cómo lo han logrado? Colocando alcaldes buenos, que desde hace 20 años se han dedicado a copiar modelosexitosos en distintas ciudades del mundo, para adecuarlos a las necesidades de la localidad. Esos referentes les han permitido contratar a los expertos que saben, que han estado en capacidad de dimensionar el problema y de diseñar las soluciones; en atraer a la comunidad para hacerla partícipe de los procesos de construcción de los nuevos modelos, y de saber orientar tanto los recursos disponibles como los futuros, en planes de desarrollo de largo plazo que permiten afrontar las diferentes etapas sin ninguna clase de interrupciones, de tal manera que quien va llegando al gobierno encuentra una carta de navegación, y se siente feliz de poder hallar las bases para proyectar su nuevo gobierno.
Han aprendido a estudiar los problemas, a abordar las necesidades y a trabajar con una verdadera planeación, aprehendiendo la experiencia exitosa para no incurrir en improvisaciones, ni en despilfarros.
Hoy Guayaquil lo tiene todo para mostrar, y el resultado es una ciudad pujante, amable, con una calidad de vida que se refleja en todos los ciudadanos que abordan la calle y que encuentran a cada paso un elemento de disfrute, de solaz, de apego, de inspiración y de iluminación de la mente.
He aquí un referente para quienes hacen fila en los tiempos de ahora, como aspirantes a gobernar nuestras ciudades.
