Lo primero es el paro sindical, devastador, presentado como paro nacional, verdaderamente un intento de la izquierda extrema por derrocar al presidente Iván Duque. Ahora, otro cuento chimbo es que este gobierno es de derecha cuando bien se puede clasificar de centro izquierda. Aquellos programas asistenciales que al final no hacen sino fomentar la pobreza en los beneficiados y los convierten en una masa de perezosos y pordioseros sin dignidad, ¿de qué lado son?
Quizá pocos se han detenido a examinar el gesto aparatoso de generosidad con los millones de inmigrantes venezolanos al otorgarles iguales oportunidades y servicios de que goza un nacional – otro cuento-. Ello no es gratuito; obedece a patrones políticos internacionales.
En efecto, los movimientos antiinmigración, llamados identitarios, fuertes, entre otros países, en España, Alemania, Austria, Hungría y Polonia (España para los españoles, Alemania para los alemanes, etc.), son bandera y acción de la derecha. Los partidos liberales y comunistas – con excepción de los de Rusia, China y Corea del Norte -, son proclives a la inmigración. Por ende, saquemos conclusiones con Duque. Ello se disfraza bajo el vocablo subyugante de solidaridad, que otrora se llamaba caridad, una de las tres virtudes teologales. (Lo políticamente correcto ha remplazado los nombres a todo: antes se conocía la virtud cívica y moral del respeto; ahora se le llama tolerancia. Aquí también vale el no comer cuento, no dejarse confundir. Cada cosa es cada cosa y no otra así se le altere el nombre o se la camufle).
En medio de los bloqueos e incendios gritan los manifestantes la palabra cambio, en lo que tampoco hay que comer cuento pues maliciosamente no se menciona lo que verdaderamente se debe cambiar. Son muchos los conceptos y acciones por cambiar. Empecemos por la función de los sindicatos: el sindicato de zapateros, por ejemplo, tiene por misión, según la ley, procurar el bienestar y el progreso de los asociados, optimizar sus condiciones de trabajo y asegurar justos salarios y prestaciones sociales. Pero no está en su agenda constituirse en partido político y tumbar gobiernos. En ese contexto, a los maestros corresponde estar capacitándose y ser modelos de sabiduría, rectitud y patriotismo. Igual incumbe a los servidores del poder judicial en cuanto a su obligación de ahondar sus conocimientos jurídicos para ser operadores del derecho al derecho, imparcialmente, sin inclinaciones políticas en sus decisiones. El periodista debe informar; cuando emite conceptos sobre el hecho, éste deja de ser noticia, surge la sospecha y se pierde la credibilidad. Es ahí cuando la gente, como ahora, no le come cuento a la prensa. No permita el indígena que lo utilicen para sembrar coca y marihuana, y por ende para envenenar a la juventud y enriquecer a los narcotraficantes. Prívese a los congresistas de manejar casi todas las instituciones y de exprimirlas.
Aquí se impone darle vuelco a todo: a las personas, a los sindicatos, al régimen que está diseñado para la corrupción, como dijera Álvaro Gómez Hurtado. Lo demás es cuento.
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