Una carta sin valor probatorio (no está sellada y apostillada como corresponde) ha sido allegada de manera inusitadamente veloz a la Fiscalía General.
En ella, supuestamente, alias “el Loco” Barrera dice no haber aportado dinero alguno a las arcas de Gustavo Petro.
El documento está escrito en computador; pero, en las cárceles federales de los Estados Unidos, los reclusos no tienen acceso directo a ese tipo de dispositivos electrónicos, y, de tenerlo eventualmente, difícilmente pueden imprimir.
No es imposible, a través de abogado podría hacerse, pero con el visto bueno del Bureau de prisiones, porque lo cierto es que nada sale o entra de esas rejas sin la respectiva autorización.
Otros hechos extraños: hacía un par de semanas, la Fiscalía había enviado la carta rogatoria al Departamento de Justicia para activar los mecanismos de cooperación judicial establecidos, cuando, ¡oh sorpresa!, la carta de marras llegó por otra vía y sin cumplir los protocolos. “el Loco” ha sido mencionado en un sinnúmero de procesos en Colombia, aunque es la primera vez que aparentemente sale a decir “esta boca es mía”.
Pero los problemas del documento no solo son de forma; también son de fondo: la redacción del mismo, lejos de parecer ideado por un narcotraficante primario y sin mayor instrucción educativa, contiene un estilo propio de un letrado (a lo mejor el personaje de marras tomó clases de escritura aprovechando su larga estadía en la cana).
Me surgen varios interrogantes a partir de este episodio: ¿Quién redactó la carta? ¿Fueron los abogados de “el Loco” o terceros? ¿Cuál es la hoja de ruta? ¿Quien la recogió lo hizo en la cárcel? ¿Quién la filtra a los medios y la lleva a la Fiscalía? ¿Quién es el contacto entre “el Loco” y la izquierda radical colombiana?
Son muchos los elementos probatorios que se deben aportar a la investigación del sórdido y vergonzoso video de Petro, entre otros, el testimonio bajo juramento de “el Loco” Barrera, una diligencia en la que puede ser interrogado, y, además, en la que se tendrá certeza real de su comparecencia.
En ese escenario, la cosa es a otro precio. Me viene a la memoria cuando los Rodríguez Orejuela la primera vez dijeron que no le habían dado plata a Ernesto Samper, y, posteriormente, la contundencia de los hechos no les dejó otra opción que aceptar “el elefante”. Así es la vida.
No pretendo que a Petro se le linche sin fórmula de juicio, ni más faltaba. Al señor “decente” se le deben respetar todas sus garantías, y el más interesado en que este asunto se esclarezca debe ser el mismo Petro, pues resulta lamentable que, a estas alturas, después de cacarear tanto su rectitud y probidad, el avalista de la “buena conducta” del líder de la Colombia Humana, sea “el Loco” Barrera, un narcotraficante y asesino, socio desde sus inicios de las Farc.
Hay algo inocultable, incluso para aquellos que defienden a Petro, contra toda lógica y razón: detrás del video ya conocido se esconde un trato turbio y deshonesto que debe ser clarificado por la justicia. No en vano, cuando Juan Carlos Montes se lo mostró a Petro para amenazarlo, en la sede de la alcaldía de Bogotá, este se agarró la cabeza y dijo: “Acabaste con mi carrera política”.
Un político que ha sido depositario de más de 8 millones de votos debe estar sometido al escrutinio constante de la sociedad y la justicia, y su vida debe ser un libro abierto, por el bien de la democracia y la institucionalidad.
La ñapa I: Este es un país sin memoria: ya casi nadie recuerda que, casualmente, “el Loco” Barrera y la cúpula de las Farc (hoy señores muy decentes) hicieron una vaca para asesinar al expresidente Álvaro Uribe, y fraguaron un plan para envenenar y secuestrar congresistas del Centro Democrático.
La ñapa II: A todos mis lectores, amigos y seguidores, les deseo una muy feliz Navidad y un venturoso Año Nuevo.
La ñapa III: Esta columna volverá el 20 de enero. Motivo vacaciones. No todo debe ser tragedia y batallas: hay que sacar tiempo para la Dolce Vita.