Hace once años, cuatro países latinoamericanos ribereños del Océano Pacífico pusieron en marcha la Alianza del Pacífico, debiendo agregarse que un quinto fue invitado pero se restó de ser parte porque su presidente estimó que su objetivo era propender a una línea de desarrollo económico de corte neoliberal, con la que no concordaba. Me refiero al otrora presidente de Ecuador, Rafael Correa, rompiéndose asi la continuidad geográfica puesto que Chile, Perú y Colombia fueron parte al igual que México desde sus inicios. La invitación inicial fue cursada por Alan García, entonces presidente del Perú quién se dirigió a sus contrapartes, para instarlos a trabajar en conjunto en pro de un mayor bienestar para sus pueblos.
Un hecho no menor lo constituye el que la sumatoria de los PIB de estos países, hacen que este conglomerado sea la octava economía del mundo, lo cuál por este mero antecedente lo convierte en digno de ser considerado, comprobándose de paso que unidos “existimos” en el espectro económico mundial, a diferencia de mantenernos separados, cuestión no menor cuando como consecuencia de la pandemia que nos azota como humanidad, desde hace algo más de dos años y como derivada de la invasión rusa a Ucrania, se prevé una hambruna global desconocida desde hace varias décadas, que afectará principalmente al África subsahariana pero de la que nuestra Latinoamérica no se librará del todo.
La Alianza del Pacífico busca conformar un área de integración profunda que impulse un mayor crecimiento, desarrollo y competitividad de las economías que la integran; así como convertirse en una plataforma de integración económica y comercial con proyección hacia el Asia-Pacífico. De allí la importancia del paso dado por el presidente Lasso del Ecuador, quién está empeñado en que su país sea miembro pleno, para lo cual está adoptando las medidas conducentes a tal fin.
Desde su creación, se han celebrado dieciséis Cumbres Presidenciales, habiendo sido la última en Colombia en enero pasado, momento en el que se firmó un Tratado de Libre Comercio (TLC) con Singapur, convirtiéndose de esta manera en el primer Estado Asociado de la Alianza del Pacífico. Habiéndose además suscrito una Declaración sobre Economía Creativa, acuerdo internacional con el que buscan posicionar a las industrias creativas y culturales como pilares para su desarrollo como bloque. En ese sentido, la Alianza del Pacífico desarrollará una agenda conjunta para el desarrollo de mecanismos de apoyo a las pymes del sector cultural y creativo, así como para comercializar bienes y servicios culturales.
También se acordó impulsar acciones para promover el empoderamiento económico de las mujeres y la reducción de brechas de género en la economía creativa.
Orgánicamente, la Alianza es presidida por los jefes de estado que son el órgano máximo y decisor. Se reúnen una vez al año en las denominadas cumbres, cuya sede rota dependiendo de qué país -por orden alfabético- preside.
El consejo integrado por los ministros de Comercio Exterior y de Relaciones Exteriores, tiene entre sus atribuciones adoptar decisiones que desarrollen los objetivos y acciones que hayan sido acordadas.
Un tercer nivel está conformado por los viceministros de Comercio Exterior y de Relaciones Exteriores, que conforman el Grupo de Alto Nivel (GAN) encargado de supervisar los avances de los grupos técnicos, evaluar las áreas en las cuales se pueda avanzar y preparar una propuesta que permita aproximarse y coordinarse con otros conglomerados que buscan la integración, especialmente del Asia Pacífico.
En la actualidad son más de cincuenta los países que como Observadores van siguiendo los pasos de esta Alianza, y Panamá y Costa Rica han explicitado interés por incorporarse, porque -por ahora- es el único mecanismo de integración que funciona.
Gracias por valorar La Opinión Digital. Suscríbete y disfruta de todos los contenidos y beneficios en: http://bit.ly/SuscripcionesLaOpinion
