El Plan Nacional de Desarrollo (PND) es el instrumento técnico de política pública más importante del país, en tanto que incluye los temas críticos para el desarrollo de las entidades territoriales, y proyecta las obras y rubros de inversión fundamentales del ámbito nacional. Sin embargo, poco a poco ha dejado de ser un instrumento técnico y ha pasado a ser una ley gigante donde se incluyen todos los temas, y donde la planificación, gestión de los recursos, y evaluación poco aparecen.
Al igual que al Gobierno anterior, a Iván Duque y su gabinete se le olvidó que el PND no es únicamente el articulado que comprende el proyecto de ley, sino que debe incluir también la parte técnica del plan, las fases, componentes, estrategias, herramientas y programas con que se desarrollará el mismo, además de los indicadores y herramientas metodológicas que se implementarán para medir el cumplimiento de los objetivos. Prueba de ello es que ni siquiera hay capítulos para entender cómo es que se dará la conectividad en los territorios según el pacto para la productividad y la equidad en las regiones, por ejemplo en los Santanderes.
El Pacto por Colombia: Pacto por la equidad tiene varias falencias, empezando por la falta de claridad respecto del dinero que se invertirá para hacer realidad lo acordado en La Habana. En una primera versión, el PND ignoró por completo los compromisos con la paz, derivados de la negociación con las Farc. Sin embargo, luego de la lluvia de críticas, el Gobierno Duque se comprometió a hacer visible en el Plan Plurianual de Inversiones (PPI) la gestión para la paz, que será de 37 billones de pesos según la directora del DNP, Gloria Alonso.
Pero hay otros aspectos preocupantes. Por ejemplo, que el PND está yendo en contra de la descentralización. En la actualidad, hay demasiada tramitología para acceder a los recursos del Sistema General de Regalías (SGR) desde las regiones. Ahora bien, con los cambios que pretende el PND, el modelo centralista cobraría más fuerza. El PND propone que la viabilidad de los proyectos en las regiones dependa de la aprobación de los Ministerios que tengan que ver con el tema del proyecto, antes de poder financiarse o desarrollarse, lo cual viola claramente el mandato constitucional de la autonomía de los departamentos. A lo que debería apuntar el PND es a realizar los ajustes que se necesitan en la asignación de recursos de inversión y del SGR, para que haya más eficiencia y transparencia en la ejecución de los dineros.
Más grave aún es que en el PND se está supeditando el equilibrio fiscal a las exportaciones de petróleo. El gobierno supone un precio promedio de 75 dólares por barril Brent durante los próximos cuatro años, ignorando que en años anteriores el barril cayó hasta debajo de los 50US. Se pretende que los ingresos sean de un 16,6% del PIB, y los gastos de un 18%, dejando un déficit de tan sólo 1,4% del PIB. Sin embargo, todo esto en base a un aspecto que no se puede controlar, en vez de haber apuntado a rubros menos sensibles a cambios.
Vale la pena destacar que el PND ‘Pacto por Colombia’ no son sólo supuestos financieros, también está cagado de fe y espiritualidad: el Gobierno Nacional prende todos sus velones y cirios para apuntar a que la Dian mejore su gestión de recaudo y fiscalización, con lo que se espera lograr las metas de ingresos del Estado.
Finalmente, las altas expectativas de crecimiento económico (4% para el próximo año) denotan una clara falta de análisis a la hora de gestar el PND, en tanto que poco o nada se tuvo en cuenta aspectos críticos a nivel internacional que podrían impactar el desempeño de Colombia, como el Brexit o el traspiés que sufren actualmente las relaciones comerciales entre Estados Unidos y China.
Al Gobierno Duque le queda la tarea de explicar mejor la inversión de 1.100 billones de pesos que se hará durante los próximos cuatro años por cuenta del PPI del PND, en vez de seguir fomentando la discusión Nación vs. Territorio que pone en jaque la descentralización y el progreso de las regiones.
