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Pestes de ayer y hoy
En 1841 hubo una epidemia de viruela que arropó a niños, jóvenes y viejos en Ábrego.
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Miércoles, 19 de Mayo de 2021

Nihil novum sub sole (Eclesiastés 1, 10). No hay nada nuevo bajo el sol.

Hurgando en los libros parroquiales sobre mis ancestros y el nacimiento y pasado de Ábrego, encontré que en el año 1841 hubo una epidemia de viruela que arropó a niños, jóvenes y viejos. Estaba de cura el padre Lorenzo Franza, italiano, el mismo que, por exigir un cristianismo de verdad y no de apariencias, se ganó la antipatía de algunos señores, los que organizaron una revuelta para desterrarlo. Según la leyenda, un domingo, tan pronto terminó la misa, unos vándalos contratados lo arrastraron por la sotana, lo golpearon y lo montaron en un burro de modo que quedara mirando la cola del animal, y lo llevaron al cerro de los Seborucos, en donde lo abandonaron. (A propósito de vándalos, de un tiempo acá, y justamente por estos días, tienen doblegada a toda Colombia, incluido el presidente Duque).

Pero lo que nos ocupa es la tragedia ocasionada por la aparición de la viruela, o virgüela, como la llamaban ellos. La verdad es que fue una epidemia nacional. Los registros de defunción suministran pormenores interesantes, hasta de la situación política que se vivía. Así, el padre Franza dejó consignado en las actas mortuorias de Aniceto Osorio, Juan Navas, Juana Sánchez, Rufina Jiménez y José Trinidad García, que habían muerto en el campo y allí fueron sepultados, ya que nadie quiso traerlos al cementerio del pueblo “por evitar el contagio y por la revolución que había”. La revolución a que se refiere el presbítero italiano es la llamada “Revolución de los Supremos” en contra del presidente conservador José Ignacio de Márquez, contienda desarrollada entre 1839 y 1841.

Comenzando el año 1839 el general José Hilario López emprendió una gira que comprendió los Estados Unidos de América, Europa y el Medio Oriente. Este prócer es aquel en cuyo mandato sucedieron asaltos a haciendas y atentados a los propietarios en el departamento del Valle del Cauca por los indios y negros, guachafitas que para el gobernante no eran más que “retozos democráticos”. La historia se repite: hoy afrontamos la pandemia del coronavirus, mingas indígenas, insurrección de cocaleros, taponamiento de vías, más vandalismo.

Pues bien: cuenta López en sus Memorias que, por lo regular, el saldo de su periplo fue satisfactorio porque lo colmaron de honores particularmente en el Medio Oriente, al conocer sus anfitriones que venía de la patria de Simón Bolívar, y que había servido al lado del gran héroe. Pero la parte amarga la sufrió a causa de una epidemia que había en Egipto. Hemos averiguado que se trató de la peste bubónica. Refiere que no pudo visitar Palestina “por habérmelo impedido la peste”. Sin embargo, se paseó por territorios del imperio otomano y fue recibido por el virrey Mehmet Ali.

Al regresar del viaje al Medio Oriente quiso despedirse del papa Gregorio XVI, lo que sólo pudo hacer luego de una cuarentena que le impuso el Vaticano, “por la peste que podía yo llevar incubada”.

orlandoclavijotorrado@yahoo.es

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