Sin pena ni gloria, en marzo de 2022, Ecopetrol exportó sus primeros barriles verdes de petróleo. Esta venta de millón de barriles, se compensó ambientalmente con 32.000 toneladas de bonos de carbono. Aún con reparos de efectividad, el petróleo verde, donde se obliga a compensar la afectación ambiental, es el futuro. Antes de asfixiar los hidrocarburos, se podría explorar una transición energética. Una decisión abrupta, aparte de inmensos costos económicos, afectaría la posibilidad de lograr recursos para salvar ecosistemas. Inclusive, bien diseñado, el petróleo verde podría ser menos contaminante que la prohibición.
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Colombia no debe permitir ninguna actividad que no pueda compensar su afectación. El fracking es dañino, y mientras no pruebe lo contrario, no se debe permitir. Su prohibición no tiene impacto social ni económico y podría prevenir un gran daño ambiental. Inclusive se debe elevar los estándares ambientales sobre la actual producción. Colombia debe ser líder mundial en transición energética, puede poner ejemplo en hidrocarburos.
No somos un país petrolero, pero si se produce mucho petróleo. Estamos entre el puestos 20 y 25 del escalafón de producción mundial. Durante 2021, gracias al Covid y a la mala gestión de la ANH, Colombia registró la producción más baja de hidrocarburos de los últimos 12 años. Aunque gracias a precios altos durante 2022, se logró incrementar en abril la producción diaria a 755 mil barriles. Es una bonanza que se está dejando sobre la mesa.
Dependiendo del precio, esta cadena, con todos sus gravámenes, aporta entre el 3,5-4,5% del PIB de los ingresos, que entre directos e indirectos este año debe ser como $39 billones. Las regalías petroleras para 70% de los departamentos, son su principal fuente de inversión. Esto sin considerar que cerca del 55% de los dólares que entran al país son de hidrocarburos. Frenar la exploración no tiene efectos inmediatos, pero a partir de 2023 contribuye a la devaluación y menores ingresos. Con nubes de recesión global y altas tasas de interés, sin estos recursos, será más difícil el desarrollo rural, mejoras en educación y un más justo sistema de salud.
Permitir que se explote petróleo verde no solo permitiría aliviar la carga fiscal, sino que se podría sobre-compensar para que fuera negativa su contribución de gases efecto invernadero. Se crearía un mercado interno de bonos de carbono que salvaría ecosistemas como el Amazonas y podría darles una vida digna a comunidades rurales. En cálculos personales, al sobre pasar los US$23 tonelada de compensación por captura de carbono, es mejor para el campesino cuidar el bosque que deforestar. Hoy el mercado nacional está en US$4, el voluntario internacional entre US$7-14.
La ley de cambio climático en 2018 le dio tres años para crear un mercado de bonos de carbono cosa que no ocurrió. La nueva administración podría tener esta victoria temprana. La tributaria en vez de poner impuesto a la exportación debería crear una sobre tasa de renta, con tal de financiar la salvación de los principales ecosistemas, un mecanismo similar al impuesto al carbono. La transición energética más que un ejercicio fiscal, requiere atrincherarse en la protección ambiental, mientras las inversiones de transición se ejecutan. De un día para otro, es difícil.
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