En las últimas décadas ha habido un cambio paradigmático en la concepción histórica de la planificación de ciudades debido a los avances en tecnologías de la información que ha permitido el tratamiento rápido de datos masivos, lo que ha conducido al desarrollo de disciplinas disruptivas como la ciencia de la complejidad y la aplicación de principios físicos a las ciencias sociales. Esto ha puesto en revaluación disciplinas como la economía y la planificación urbana, que dejarán ser campo exclusivo de economistas y arquitectos para convertirse en actividades multidisciplinarias y de concepción holística.
La planificación de ciudades además de lo mencionado anteriormente ha tenido un fuerte desarrollo (en la joven ciencia de ciudades) debido al crecimiento poblacional y a su consiguiente urbanización que hará que para 2050, más del 80% de la población del mundo viva en ciudades aunque hoy muchos países, incluido Colombia, están cerca de ese valor. Por eso las ciudades se volvieron el lugar donde se gestiona el desarrollo, y no como hasta ahora, en cabeza de los gobiernos nacionales.
¿De dónde surge el cambio? Se ha encontrado que un gran número de elementos interactuando de manera permanente logran que se generen comportamientos emergentes propios del grupo pero que no comparten individualmente los elementos. Las ciudades encajan en esa definición, por lo que pareció inteligente aplicar principios físicos de la termodinámica, en especial de la teoría de gases a las ciudades; un gas es un gran número de átomos interactuando que no se estudian individualmente sino como grupo dando seguimiento a sus propiedades emergentes como presión y temperatura. Un gas se calienta no porque cada átomo esté caliente sino por los choques entre ellos. Cuando se aplicó esto a las ciudades se encontró que estos presentan comportamientos que se alinean bien con crecimientos de tipo no lineal (función de potencias); por ejemplo cuando la población se dobla, la infraestructura de la ciudad no se debe doblar sino que se cubren las nuevas necesidades con solo un 85% adicional. Es lo que se llama crecimiento sublineal. Pero lo social, el PIB per cápita o el número de crímenes crecen más de un 100%, algo así como un 15% más, lo que se llama crecimiento superlineal. Por eso las ciudades en crecimiento son foco de creación de riqueza y problemas sociales.
Lo anterior llevó a estudiar la ciudad como sistemas no lineales (complejos) adaptativos (cuasi-orgánicos) compuesto de redes y flujos interactuantes. Eso estudia la naciente ciencia de ciudades. Modelar la ciudad se hace entonces un asunto matemático y de sistemas que requiere competencias avanzadas y cantidades masivas de datos, con el agravante que como es un sistema cambiante en el tiempo de manera orgánica es muy difícil predecir como se va a comportar, por lo que lo mejor que se obtiene es el escenario de mayor probabilidad que se podría obtener y solo queda ajustarse a esta proyección probable. Esto acaba con la planificación arquitectónica de ciudades donde la ciudad se trata como en espacio estático totalmente gestionable, que explica la repetida falla de ese tipo de planificación.
Y el primer concepto que cambió fue la definición de ciudad. La ciudad no es el espacio urbano, rural y natural definido y administrado políticamente, sino el espacio urbano que tiene interacciones en toda el área. Es decir, la ciudad no es la definida por límites políticos, digamos Pinar del Río entre Cúcuta y Los Patios, sino por el conjunto urbano que interactúa; es decir, la definición de ciudad se acerca más a la de un área urbana metropolitana que de un municipio.
Para una adecuada planificación esto es lo primero que hay que definir: seguimos con la planificación local, donde cada municipio es un feudo político de “propiedad” de una administración, que no responde a ningún criterio de desarrollo, que es económica y socialmente ineficiente, es decir, cada municipio “gasta” dineros públicos en inversiones duplicadas u optamos por la “real” planificación metropolitana.