Amables lectores: La situación económica de Colombia y su manejo presupuestal están fuertemente amenazados. Es de una altísima gravedad el déficit externo del país, crece y es mayor año tras año. Para el inicio del 2019 esta situación es peor que la vaticinada por los expertos. El saldo en rojo de la balanza comercial, comparativo entre exportaciones e importaciones, es cada día mayor. Según cifras del DANE, la diferencia entre importaciones y exportaciones, en el primer trimestre del 2018 alcanzo 1.238 millones de dólares y en los primeros tres meses del ciclo actual ya alcanza 2.367 millones, un crecimiento del 91%asusta a los expertos colombianos.
Las compras del país crecen a un ritmo acelerado mientras las ventas se reducen. La minería disminuye su dinámica,el petróleo con una gran fluctuación y el carbón con problemas de mercado. Las importaciones se diversifican desde bienes de consumo hasta maquinaria y equipo.
Colombia tiene como pronóstico de crecimiento para todo el 2019 de 3.6% pero un arranque con un modesto 2.8% para el primer trimestre hará difícil alcanzar el porcentaje anualizado que se proyectó, según expertos el riesgo país va en alza.
Al comparar la producción al final de Diciembre del 2018 con la cifra al terminar el mes de marzo 2019, se observó un crecimiento nulo. Si al panorama anterior le añadimos un sincero análisis de la actitud sin sentido y llena de arrogancia de la JEP, al negar la extradición del guerrillero Santrich, solicitada por Estados Unidos y teniendo en su poder más de 70 horas de audios y videos documentados por la fiscalía sobre su participación en la venta de 10.000 kilos de cocaína con fecha posterior a Diciembre del 2016. Adicional a lo anterior los cultivos de coca crecen exponencialmente y los métodos de erradicación manual no son suficientes para controlar su desbordado aumento.
Según el columnista Álvaro Ramírez González estamos recorriendo el camino vivido con los Estados Unidos en la época del presidente Samper. Por los vínculos claros con el cartel de los hermanos Rodríguez Orejuela, le quitaron primero la visa al mandatario y luego los Estados Unidos” descertificaron” a Colombia. Esa situación fue gravísima para el país. Se cancelaron todas las órdenes de trabajo para mercancías de exportación y solo en el sector de las confecciones más de 12.000 personas perdieron sus puestos de trabajo. Se cerraron más de 160 fábricas.
Hoy si Colombia llegase a ser “descertificada” la situación sería mucho más grave. Estados Unidos es nuestro gran comprador con 30.000 millones de dólares de los 43.000 que exporta el país. Si se llegase a producir la “descertificación” sería una verdadera catástrofe económica porque se cerrarían muchas fábricas y empresas, terminando con cientos de empleos.
Nos debemos preguntar: ¿Hay derecho a que esto suceda con el beneplácito de una clase política populista y de algunos comunicadores “mamertos” y “patrioteros”, defensores de Santrich, cuya culpabilidad, según la fiscalía, está ampliamente demostrada y adicionalmente se mantienen cruzados los brazos viendo el crecimiento acelerado de los cultivos de coca, con su consabida deforestación y daño al medio ambiente, arriesgando al país a caer en el obscuro agujero de la descertificación?
Los resultados están a la vista. Los debates sobre las decisiones de la JEP ha afectado a los consumidores y su confianza en el país se ha desplomado a terreno negativo muy cercano al -10 %.