1 - Un falso héroe: Pavlik Mórozob, un niño campesino de un pequeño y remoto pueblo tenía doce años cuando fue asesinado, al parecer, por su abuelo paterno dentro de un confuso lío familiar por tierras. El gobierno forjó la leyenda de que el jovencito había muerto a raíz de haber denunciado a su propio padre por conductas lesivas al estado. Lo convirtió en el ejemplo para estimular a la niñez y a la juventud a ser un buen revolucionario. Se imprimieron millares de folletos con su imagen – inventada, por supuesto -, le levantaron estatuas por toda la Unión Soviética y bautizaron calles y escuelas con su nombre. En 1985, con el nuevo enfoque llamado la perestroika, de Mijail Gorbachov, se abrieron los archivos secretos y se permitió la investigación histórica. Todo quedó al descubierto y el culto al niño héroe se desvaneció. El mito duró 60 años.
2- Grandes mentiras del gran defensor de los indios: El obispo Bartolomé de las Casas fue calificado por un autor como “el más exagerado de los exagerados”. Según De las Casas, el deporte de los conquistadores españoles era matar indígenas. ¿Cuántos mataron? En su famosa “Brevísima relación de la destrucción de las Indias” da tres cifras distintas: 12, 15 y 24 millones. (No hace mucho, por una radio argentina un periodista habló de 19 millones de víctimas). A De las Casas y demás impostores los desmiente Ángel Rosemblat, prolijo y serio historiador, quien afirma que no había en América desde Alaska hasta la Tierra del Fuego más de 15 millones de habitantes a la llegada de Colón. Eso significaba que a lo sumo un cinco por ciento del continente estaba poblado.
Pura carreta del fraile y sus seguidores, ¿no?
3 - Otro falsario: El sacerdote católico hispano José Antonio Llorente, rendido a Napoleón, fue un atizador de la leyenda negra contra España. Acusó a la Inquisición española de haber llevado a la hoguera a 32.000 personas. Dijo que tenía pruebas, pero que se le habían quemado.
4 - No quería ser comunista: Según Gabriel Rodríguez (La Linterna Azul, 16 de marzo de 2022), Gabriel García Márquez, que le tenía animadversión al comunismo, se dio cuenta de que por la corriente de derecha no tendría ningún éxito, “porque pertenecer a esa corriente política no era bien visto por los poderosos intelectuales franceses de izquierda”, y por eso “decidió presentarse como un izquierdista”. En el giro de García Márquez influyó Fidel Castro.
Ello no es cierto: su socialismo había sido de vieja data. En efecto, es conocido su apoyo al grupo terrorista MOEC – Movimiento Obrero Estudiantil Campesino – (1959-1969), y que en 1972 donó al MAS venezolano (Movimiento al socialismo) los US 25.000 del premio Rómulo Gallegos por su novela “Cien años de soledad”. Con Fidel Castro solo hizo amistad en 1975.
Sí es cierto que sus posturas de derecha le costaron al extraordinario Jorge Luis Borges no obtener nunca el premio Nobel de Literatura, y a Mario Vargas Llosa, que se lo otorgaran tardíamente.