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¿Quién se queda con el agua de los cucuteños?
Les tengo una pelea, o mejor dicho, un debate que es merecedor de toda nuestra atención.
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Viernes, 29 de Abril de 2016

Como es costumbre, en nuestra región las noticias que no tienen morbo no son muy taquilleras. Sin embargo, les tengo una pelea, o mejor dicho, un debate que es merecedor de toda nuestra atención, y del cual casi nadie está hablando. Se trata del enfrentamiento de argumentos entre quienes defienden la construcción del Acueducto Metropolitano de Cúcuta y los que preferirían que se construyera el embalse multipropósito del Cínera, ambos proyectos con el objetivo de solucionar el grave desabastecimiento de agua en Cúcuta, Los Patios y Villa del Rosario.         

Por un lado, el Acueducto Metropolitano se inicia como producto del plan de contingencia de Ecopetrol que pretende tomar e impulsar por bombeo 3 metros cúbicos por segundo del río Zulia y Pamplonita. El grueso político nortesantandereano argumenta que la construcción del Acueducto Metropolitano ($338.000 millones) es mucho menos costosa que la construcción del embalse del Cínera ($1.7 billones). Por ello, el Acueducto sería una forma rápida de aprovechar los $188.000 millones que aportará Ecopetrol en compensación por los derrames de petróleo del 2007 y 2011. Según ellos, si en el segundo semestre de este año comenzara el proyecto, para el 2018 toda el área metropolitana gozaría de una cobertura completa y de agua de mejor calidad.

Quienes apoyan la construcción del Acueducto también dicen que este proyecto no va en contravía con la construcción del Cínera, pues en un futuro, luego de terminado el Acueducto, se podría construir el embalse como complemento a este.    

En la otra orilla, el embalse multipropósito del Cínera estaría situado dos kilómetros abajo de la confluencia de los ríos Zulia y Salazar, además de abastecer agua potable, produciría energía eléctrica a un precio menor que la termoeléctrica que tenemos hoy en día, y podría ser un centro turístico y recreativo. Los defensores del Cínera, en su mayoría usuarios del río Zulia, afirman que su proyecto no tendría tantos riesgos ambientales, como el acueducto sobre los ríos a los que afecta. Además, exponen que la energía eléctrica requerida por las motobombas del acueducto incrementará el cobro de la factura del agua de los usuarios.

Los defensores del Cínera dicen que la extracción por bombeo directo perjudica al caudal de los ríos involucrados, debido a que el agua no es controlada y se presenta un gran desperdicio de líquido en tiempos de sequías y lluvias.

Los argumentos de ambas partes, expuestos anteriormente, son en realidad la punta del iceberg de una compleja y extensa discusión técnica y política. Mi intención no es formar parte de ninguno de los bandos, pues creo que, como a la mayoría de la población, me hace falta información y debate acerca del tema. Lo que realmente me preocupa es que el Acueducto está en la etapa final de los requerimientos necesarios para que se inicie su obra, y una vez más, estemos dormidos ante decisiones tan trascendentales.  

Los medios de comunicación nacional y local, no sé porque, no han hecho una amplia cobertura de esta discusión. Aquí nada más está en juego el abastecimiento de agua de 800.000 colombianos.

No quiero ser ave de mal agüero, pero no nos quiero imaginar en los años próximos lamentándonos de nuestra situación por la falta de eficiencia gubernamental. ¿Es que no nos importa el rio Zulia o Pamplonita? ¿Es que ni siquiera una posible alza en la factura del agua nos perturba lo suficiente como para hacer parte activa de la discusión? Si algo malo sucede en la ejecución de alguno de los dos proyectos, la culpa una vez más será de nuestra pereza ciudadana.

Ambos proyectos merecen ser valorados y opinados por terceras partes imparciales como podría ser una universidad acreditada en Colombia, de tal forma que se nos facilite probar cuáles argumentos son ciertos y cuáles son carreta. Pero no, nos están haciendo el quite con este debate, mientras nosotros seguimos pendientes del chisme, el agua se acaba y Cúcuta sigue en el top tres de las ciudades con más pobreza en Colombia.

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