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Razón de ser de la política
Entonces la política está pensada en la perspectiva del bien común.
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Domingo, 6 de Noviembre de 2022

En Colombia se ha generalizado una noción negativa de la política. Muchos ciudadanos asocian los males de la nación a su ejercicio, el cual perciben como una función contraria al interés público.

La política está definida “como lucha por el poder, como conjunto de instituciones por medio de las cuales se ejerce el mismo y como reflexión teórica  sobre su origen, estructura y razón de ser”. Esas responsabilidades tienen mecanismos de cumplimiento, los cuales deben responder a los anhelos colectivos de una existencia amparada en las garantías de plenas satisfacciones a las necesidades del ser humano.

Entonces la política está pensada en la perspectiva del bien común y por lo tanto su aplicación tiene que articularse a esa finalidad, en vez de amarrarla a intereses particulares. Sin embargo, no pocos dirigentes de los partidos han decidido echar por la borda los principios que le dan legitimidad. Han convertido en un negocio enlodado lo que debiera ser fuente de bienestar para todos. De allí que la corrupción sea un instrumento tan arraigado en lo público, dados los beneficios que proporciona a sus protectores.  Es tanto el desbordamiento de esa ilícita conducta que el senador Gustavo Bolívar publicará su libro “Nido de ratas” para revelar la degradación acumulada.

La distorsión de la política, que ha generado una noción despreciable de la misma, debilita la democracia y resquebraja toda la institucionalidad, porque la gente tiene deprecio por lo que lleve su sello. Es un mal de cotidiana expresión y se refleja en la subestimación que sienten los ciudadanos por las entidades del Estado. Desconfían de la justicia, de las entidades de la rama legislativa y de la ejecutiva también. Los actos reprochables de los servidores públicos son asimilados a la política y eso lleva a la descalificación.

Restarle interés a la política y hasta descalificarla es un grave daño a la misma nación. Su fortalecimiento institucional requiere que los ciudadanos le den credibilidad a cuanto proviene de esa vertiente, pero para que así sea es indispensable que los actores de la función pública procedan con rigor ético, para decirlo de algún modo.

Hay que reivindicar la política erradicando las prácticas nocivas. Dándole transparencia a los actos oficiales. Debe ser de cotidiana comprobación que se gobierna en función del bienestar de todos y que los recursos de las arcas públicas tienen destinación correcta y no están reservados para el enriquecimiento ilícito de los actores de la picardía. Bien decía el poeta norteamericano Walt Whitman que “Cuando el mundo sea libre la política será una canción”. Es la estética del lenguaje, es la decencia en el trato personal, es la honradez en el manejo de lo público, es el énfasis en la convivencia, es el respeto al contrario, es la libertad, es la dignidad.

Rescatarle credibilidad a la política, demostrar que no es la charca en que algunos la han convertido, ponerla al alcance de todos, para que opere como un foro de ideas que lleven a la solidaridad y la defensa de principios para la protección de los derechos fundamentales, tiene que ser una causa de compromiso generalizado. Es la democracia para la construcción de un destino de bienestar común.

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