Amables Lectores: El presidente de la República plantea en un discurso la necesidad de implantar cadena perpetua para los violadores de niños. Este delito ha logrado superar todos los límites de maldad en el país. Pero, oh sorpresa, un vocero de la Iglesia Católica habla de que esa pena está prohibida en el catecismo Astete por asimilarse a la pena de muerte. Afirma se deben buscar otros mecanismos de sanción para resocializar al violador. Que absurdo, un violador de niños como Garavito y otros asesinos más, “no”, son resocializables porque su problema es mental y si volvieran a tener alguna oportunidad, repetirían sus macabros actos. Lamentable que los autores del catecismo no puedan leer estas líneas porque estarían de acuerdo que para este delito “La cadena perpetua es la pena llamada a ejecutarse”.
Monseñor Urbina plantea citar al señor Presidente para exigirle termine con la polarización en el país. ¿Será que Duque es el eje polarizante? ¿Qué dirá Monseñor de los opositores políticos que no aprueban los proyectos presentados por el ejecutivo buscando prebendas estatales? ¿Qué opinará de la polarización de la iglesia católica con las diversas iglesias cristianas? Como jerarca católico no debe olvidar la frase de Jesucristo: “Quien esté libre de pecado que tire la primera piedra?
El Contralor sanciona a Petro y le embarga su salario de congresista por posible fraude fiscal con las basuras cuando era alcalde de Bogotá. Surgen un sinnúmero de conceptos, unos en contra otros a favor, estructurados por curas, amas de casa, estudiantes, indígenas, choferes, profesores y desempleados.Esto demuestra una vez más que en “cada colombiano” hay un politólogo, un abogado, un médico, un economista. Todos profesionales sin haber pisado jamás los claustros universitarios, pero con el atrevimiento de expresar opiniones sobre diversos temas, sin el menor rubor.
La ciencia de Esculapio, la medicina, se ve adornada con expresiones como la de doña Dolores, ama de casa de estrato dos, cuando con aire de sapiencia manifiesta: El bebedizo que yo preparo con la hierba “Cura extensa” es extraordinario para bajar la tensión. Mi vecino “Don Sanito” lo bebe desde hace años, tres veces al día y sus valores tensionales son los de un bebé. En Colombia se oyen frases como: “Consulte con la señora Carmelita, es tan acertada que daría envidia a uno de esos “médicos jóvenes rateros”que por culpa de la ley 100 trabajan “un rato” aquí y otro allá buscando mejorar su bajo ingreso.
Es tan deplorable el estado de la justicia en Colombia que todos quieren poner su grano de arena, hasta el catecismo Astete. Doña Prudencia, otra jurisconsulta aficionada, ante un grupo de amigas manifiesta: ¿Ven ustedes el efecto de pagar recompensas para acusar a otro? Pero señora así se puede tratar de llegar a saber la verdad de los hechos. No amigas, responde Prudencia, “lo creado en Colombia es una fábrica de testigos falsos”. Doña Concepción al enterarse que el marido de su vecina lleva una semana sin dormir con ella le aconseja: “Demándelo por abandono del catre”.
Si algo atrae aficionados a la ciencia de la economía es por aquello que: “Suena bonito aunque no sé qué significa”. Una esposa le manifiesta a su asalariado marido: “Debes aumentar la contribución pues con lo que hoy me das no puedo alcanzar el punto de equilibrio en mis gastos y se me está presentando un déficit estructural”. En reuniones de personas del común se habla de inflación y se oyen argumentos como: ¿Qué ventaja tenemos los colombianos que un pan tenga un costo de $100 pero si no tenemos dinero para comprarlo?. Al calor de un buen café la gente con sapiencia pero llena de angustia comenta: “Este es un país alcabalero, solo se persigue al ciudadano que está dentro de la formalidad, para el informal, Colombia es un paraíso fiscal”.