Una de las características de la gestión desarrollada por el ahora presidente de la república y su partido político cuando estaban en la otra orilla, en la oposición, fue la de organizar protestas en contra del gobierno de turno y fue mucho más recia en la administración de Iván Duque. Recordamos las actuaciones en las sesiones del congreso de Gustavo Petro al lado de Gustavo Bolívar portando avisos de No a la reforma tributaria y haciendo sonar las cacerolas que llevaron al recinto del capitolio. El resultado todos lo sabemos, fue retirado el proyecto y el entonces ministro de hacienda Alberto Carrasquilla dejó su cargo. La protesta fue oída.
Ahora cuando las cosas son a otro precio, quienes protestaban son gobierno y uno de sus programas bandera al inicio de su periodo es la reforma tributaria con el argumento que se necesitan mayores ingresos para ejecutar los programas que han propuesto, en este caso los argumentos expuestos apuntan a una necesidad, la cual no vieron con la pretendida reforma del anterior gobierno. Ahora la justifican y la defienden. Pero tampoco ha caído bien entre los colombianos esa iniciativa, hay un rechazo grande ante los nuevos impuestos.
En la pasada ocasión la protesta no se quedó en el recinto del poder legislativo, trascendió a la calle y varias ciudades fueron escenarios de marchas que auspiciaron los mismos dirigentes, nació la primera línea y los hechos vandálicos marcaron la inconformidad.
Pues bien, no mucho ha transcurrido en este gobierno cuando ya hay una cita para la protesta en las calles para rechazar la reforma tributaria y la reforma a la salud que merece un comentario adicional porque el concepto de los usuarios con respecto a las EPS es bueno, mucho más entre las personas mayores que vivieron la época del seguro social versus la salud de caridad y no quieren volver a aquellas épocas de escasa cobertura y limitada calidad en la atención de ese derecho vital.
Otro ingrediente que se añade a la presente situación es el anuncio del alza en el precio de los combustibles, primero la gasolina y en unos meses el diésel, además del anuncio de comprar gas a Venezuela.
Las consecuencias en el costo de vida pronto se harán palpables porque como lo explicó muy bien un cultivador de papa, la gasolina se necesita para arar la tierra, fumigar los cultivos, recoger la cosecha, transportarla a los sitios de acopio y venta, movilizar a los obreros; para todas las actividades conexas con la producción de este tubérculo primordial en la alimentación de los colombianos. Este es un ejemplo que muestra cómo se mueve la economía de este país.
Veremos el manejo que se le dará a protesta popular en este gobierno que tiene aseguradas las mayorías en el congreso gracias a las alianzas con los partidos que hubieran podido estar en la oposición como el conservador. Estaremos atentos a la capacidad de concertación del presidente de la vida y para quien el petróleo y el carbón son unos venenos más peligrosos que la cocaína. Hay suficientes razones para manifestar el descontento con las políticas que pretende el gobierno nacional.
