Decía en mi última columna que el crecimiento del recaudo en lo que iba de año era del 16% y que con ello era más que suficiente para cubrir todo lo que se busca con la tributaria. Pues bien, el viernes se conoció el reporte de la DIAN a 31 de agosto y la meta se cumplía en un 117,2%. Aún mejor. De manera que el discurso de que Petro encontró la olla raspada es falso. Muy al contrario, recibió una economía a todo vapor. El crecimiento del PIB del segundo trimestre, 12,6%, hizo que el MinHacienda elevara su pronóstico para el 2022 de 6,5% a 7%, de manera que cerraría un 10% por encima del PIB observado en 2019, antes de la pandemia.
Ese crecimiento excepcional, más una muy buena gestión en la lucha contra la evasión y la elusión por parte de la DIAN, es lo que explica el aumento del recaudo de este año que, de acuerdo con las proyecciones más recientes, estará por encima de 210 billones, mínimo 37 billones de pesos más que en el 2021 y 27 billones más que la meta inicial para este año que fue de 183 billones.
Una parte importante del recaudo viene del sector minero petrolero. Los ingresos para la Nación provenientes del petróleo serán 58 billones de pesos, 24 billones más que en todo el 21. Los provenientes de la minería, fundamentalmente del carbón, entregarán 10 billones adicionales. Sumados son 34 billones, mucho más que todo lo que se busca con la tributaria. Por cierto, como mostraré en otra columna, la propuesta impositiva del gobierno para el sector es un verdadero desastre, un cruel e insensato asesinato de la gallinita de los huevos de oro.
El extraordinario recaudo demuestra que, bien dice la ANDI, “la mejor reforma es un buen crecimiento económico”. Aún más importante, también es el crecimiento, y no el “gasto social” como alegan desde la izquierda, el que mejor explica la disminución de la pobreza.
En efecto, según muestra Jairo Nuñez en su estudio publicado en el libro Descifrar el futuro La economía colombiana en los próximos diez años, que recomiendo con vehemencia, la reducción del 22,7% de la pobreza moderada que se dio entre el 2002 y el 2017 se explica en un 74% por efecto del crecimiento y un 26% por distribución del ingreso.
En general, las mejoras en pobreza en Colombia se presentan porque el crecimiento se traduce en un mercado laboral mucho más robusto, con más empleos y mejores salarios. La mejor política social, y además la más sostenible, es generar las condiciones para que la economía crezca y cree empleos.
El análisis de Núñez corrobora lo que muestran las estadísticas comparadas a lo largo y ancho del mundo y que resumo: 1. Ningún país tienen niveles altos de “bienestar material humano” y niveles bajos de PIB per cápita. 2. Ningún país tiene alto PIB per cápita y niveles bajos de “bienestar material humano”. 3. Aunque no es lineal, a mayor nivel del PIB per cápita mejores niveles de “bienestar material humano”.
De manera muy sencilla, los países más ricos son los que proporcionan mejor bienestar a sus poblaciones. Y para eso, para ser ricos, se necesita crecer. Exactamente lo contrario al decrecimiento que predican Petro y su MinMinas.
En resumen, insisto en que la necesidad de una reforma tributaria en este momento es más que cuestionable. En cualquier caso, ninguna reforma debería aprobarse si con ella se pone en riesgo el crecimiento y la generación de empleo. Esta reforma, por cierto, sería fatal para ambos objetivos como demostraré próximamente.
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