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Una prueba de fuego
¿Veremos rodar los primeros trenes de Bogotá dentro de ese plazo acordado?
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Jueves, 22 de Octubre de 2020

Se acaba de firmar el inicio de obra del proyecto de Metro para Bogotá, y que, según lo acordado, tiene un plazo de ejecución de ocho años. ¿Veremos rodar los primeros trenes dentro de ese plazo acordado?

Es la elemental pregunta que nos hacemos todos los colombianos, pues la costumbre en este país es que los plazos se duplican y se triplican, a la par que lo hacen también los presupuestos.

Cada vez que es posible inaugurar una obra, viene también el doloroso recuento de su accidentada ejecución. Miremos el Metro de Medellín, el túnel de la Línea, la ruta del Sol, la vía al Llano, la refinería de Cartagena, las hidroeléctricas y los viaductos, y todo lo que se le quiera agregar a esta dolorosa lista.

El país no puede seguir con ese karma encima, en donde las obras no solo no están nunca a tiempo, sino que terminan costando mucho mas de lo proyectado, para lo cual hay que recortarle los recursos a otras obras, o dejar de hacer muchas mas, pues los dineros disponibles tienen que ir a tapar los huecos de los desajustes de las que vienen en camino.

Vamos ahora a intentar con los empresarios chinos, que construirán el Metro, pero mientras tanto hay que reestructurar los sistemas de contratación, y también los de vigilancia; no es posible que se contrate con el menor postor, pero a renglón seguido se reajusten los contratos una, dos y hasta cinco veces, multiplicando de esta manera el costo final de las obras y sometiendo los plazos a toda clase de estiramientos que resultan no ser otra cosa que la justificación para demandar mas presupuestos. No se puede seguir aplicando la tesis de que se le adjudica al mas barato, y no a quien realmente está en capacidad de cumplir lo que se pacta.

Los recursos con que se financian las obras, son colocados por el bolsillo de todos los colombianos, cada vez que pagamos impuestos, y esta es la razón por la cual la administración de los mismos debe hacerse de una manera eficiente y transparente, y no a través de torcidos procesos que lo único que hacen es quebrarle el espinazo a la dignidad y a la transparencia, para que terminen enriqueciendo aun mas a los corruptos y rapaces.

Se anuncia para el año que viene un crecimiento abundante de la inversión pública, como instrumento para impulsar la economía y generar la creación de empleo. Sería bueno que también se reajustaran los mecanismos de contratación, pues con los actuales esquemas es muy probable que estemos frente a un peligroso escenario, en donde los acostumbrados contratistas vayan a hacer la gran fiesta con los recursos de los contribuyentes, y de paso arrasar con la esperanza de todos los desarraigados que aspiran a encontrar una forma de vida a través de las oportunidades de las nuevas inversiones. 

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