Los avances científicos de un país no ocurren por decreto ni por las buenas intenciones de los hacedores de política o de los tomadores de decisión. No obstante, el talento, la normatividad, los recursos y la institucionalidad pueden generar un ambiente favorable para la generación de actividades científicas para el desarrollo tecnológico y la innovación (ACTI). En tal sentido, Colombia ha dado pasos notables sobre la materia pese a las limitaciones históricas de Colciencias y todo lo plausible que puede ser el cambio institucional hacia un ministerio.
Al respecto Colombia posee muchos cuellos de botella frente al desarrollo de ACTI en especial en las regiones colombianas. Sin embargo, en departamentos como Antioquia, Santander, Valle del Cauca, la ciudad de Bogotá y recientemente en Caldas se han dado avances institucionales y científicos muy importantes donde se pueden extraer aprendizajes.
Primero, las universidades se han fortalecido institucionalmente tanto en lo académico como en lo científico, pues la oferta posgradual se ha orientado hacia el desarrollo de programas con acreditación de calidad en maestrías (de investigación) y en doctorados, que les permite un mayor liderazgo regional. Segundo, las universidades se han dotado de un equipo humano de alto nivel y sus esfuerzos se enfocan en perfeccionar las capacidades institucionales para desarrollar ACTI y mejorar sus resultados.
Tercero, existe una institucionalidad adecuada que permite que la alianza entre el Estado, las empresas y las universidades contribuyan al fomento y la generación de conocimiento científico, los cuales tienen un impacto a nivel empresarial y laboral que modifica en los territorios los niveles de eficiencia, productividad e inclusión social como se evidencia en los informes de competitividad e innovación de estos departamentos.
Cuarto, los recursos asignados a las ACTI son usados eficientemente para financiar programas de formación de alto nivel en investigación para el fomento de la productividad científica y para el fortalecimiento de la oferta académica y de los grupos de investigación, dicho de otro modo, los recursos son usados para fortalecer las capacidades institucionales para la generación de ciencia, tecnología e innovación (CTeI).
Quinto, tal es el hecho que empresas, universidades y los propios entes territoriales existen estrechos vínculos institucionales que se evidencian en la vinculación laboral de este capital humano y como consecuencia han adoptado los resultados de investigación en sus actividades diarias.
Sexto, en estos departamentos existe una integración de las agendas de competitividad, de ciencia, tecnología e innovación y la agenda social que incide en los planes de desarrollo, independientemente quién sea el gobernante o quién ejerza el liderazgo gremial de turno.
Séptimo, en estos territorios existen esfuerzos institucionales entre universidades locales para favorecerse con el intercambio académico y la transferencia de conocimiento con universidades extranjeras de excelencia y rango mundial, tal como han descrito Jamil Salmi y Philip Altbach.
Por supuesto que Colombia aun no alcanza a desarrollar universidades de rango mundial o de excelencia en investigación, pero las universidades localizadas en Antioquia en Valle del Cauca, Santander y Bogotá con sus diferencias y sus aprendizajes propios están dando pasos importantes para lograrlo en el futuro.
Al respecto, estos avances pueden ayudar a comprender y a fortalecer los desarrollos científicos en otros departamentos colombianos sin desconocer las características y las dinámicas específicas en cada territorio.
En conclusión, los avances científicos en una región no ocurren por decreto ni por las buenas intenciones de los hacedores de política o de los tomadores de decisión. Luego, las universidades y sus capacidades institucionales en CTeI son un factor fundamental del desarrollo económico y social de un país sobre todo en el siglo XXI.
*Docente e investigador de la Universidad Libre (Seccional Cúcuta). Twitter: @jramiz17
Email: jramirez7801@gmail.com