Aunque Cúcuta y su área metropolitana son primera en el país en el Índice de Confianza del Consumidor (ICC), con 46,2%, según la Encuesta Pulso Social (EPS), esa misma medición del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE) reveló que el 41,1% de los jefes de hogar y sus cónyuges no tiene mayores posibilidades de comprar ropa, zapatos, alimentos y otros artículos de primera necesidad, en comparación a hace un año.
El informe corresponde al trimestre abril-junio de 2022 y la diferencia con la media nacional es de -21,6 puntos, cuya cifra para las 23 ciudades y sus áreas metropolitanas fue de 62,7%.
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Juan Daniel Oviedo, director del DANE, resaltó, al hablar de la investigación, que, además, el 5,6% de los encuestados en Norte de Santander afirmó no tener posibilidades de ahorrar alguna parte de sus ingresos, mientras que a nivel nacional ese porcentaje fue de 6,7%; una diferencia de -1,1 puntos porcentuales.
De acuerdo con el economista Alexander Botello, profesor e investigador del programa de Economía de la Universidad de Pamplona, estos datos son la constante evidencia de la compleja situación social que afronta la capital de Norte de Santander, “reconociendo a la pobreza como un flagelo estructural que se recrudece con la escasez de oportunidades de empleo decente, en el que la informalidad laboral y empresarial son la regla”.
Su colega Christian Samir Méndez, profesor de la Universidad Simón Bolívar e investigador del ORMET-Norte de Santander, concordó con este punto de vista, agregando que el problema de la informalidad laboral de Cúcuta, segunda en Colombia, no permite a los habitantes tener capacidad adquisitiva para adquirir los artículos necesarios.
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“La calidad de vida material más básica queda limitada al nivel de ingresos, restringe su poder de compra, sin ningún tipo de escenario para el ahorro, configurándose lo que algunos expertos podrían llamar trampa de pobreza: familias de bajos ingresos, bajo nivel educativo, escasa e inadecuada alimentación, con quebrantos de salud y sin ahorros”, destacó por otra parte Alexander Botello.
El economista Méndez aseguró que la capacidad de ahorro es un problema estructural en Latinoamérica, porque resulta siendo lo que sobra de los ingresos y, si no se tiene ingresos por las deficientes condiciones de mercado laboral, pues no se puede ahorrar.
Al igual que lo reconoció el director del DANE, el docente de la Unisimón afirmó que la reapertura de la frontera genera optimismo, debido a que se proyecta mejorar la dinámica económica y el intercambio comercial.
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Mientras que el profesor de la Unipamplona manifestó que muchos perdieron sus empleos con el cierre del paso fronterizo con Venezuela, por ello la idea de reabrirlo eleva ese optimismo, porque podría significar nuevas oportunidades económicas para un porcentaje importante de la ciudadanía. Ahora bien, cada sector y actividad económica de la ciudad debe analizar el nuevo escenario que parece avecinarse, para algunos más favorables que para otros.
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