En diciembre del año pasado el presidente Gustavo Petro asistió en El Tarra, a la primera asamblea de organizaciones cocaleras del Catatumbo. El viernes 10 de noviembre de este año estuvo en Cúcuta el ministro de Justicia, Néstor Iván Osuna, y en ese encuentro se escuchó algo que ha venido sucediendo con otros anuncios gubernamentales, que se pase urgentemente a la aplicación de lo prometido.

“Ya va más de un año, entendemos todos los tiempo de la formulación, pero yo creo que ya es tiempo de que hagan presencia institucional en los territorios que llegue la inversión del Estado que no ha llegado sino a través de las Fuerzas Militares”, escuchó decir el funcionario a voceros de los campesinos del Catatumbo.

Esto coincide con la criticada baja ejecución presupuestal de varios ministerios, que en últimas se refleja en esas inquietudes de la ciudadanía, especialmente de las regiones que en donde se esperan que empiecen a desarrollarse las propuestas consignadas en el Plan Nacional de Desarrollo.

Pero es que en materia de la nueva política nacional antidrogas que se ha llamado ‘Sembrando Vidas, desterramos el narcotráfico’, tienen toda la razón los dirigentes locales catatumberos en pedir que haya menos palabras y más acción para que empiece a aplicarse la estrategia definida para el manejo de la sustitución de cultivos ilícitos e incluso la posibilidad de seguir permitiendo su producción, pero dirigida a usos medicinales, entre otros.

El Catatumbo, que sigue siendo uno de los territorios señalados por la Oficina de las Naciones Unidas para las Drogas y el Delito entre los de mayor área sembrada con hoja de coca, al sumar 22.000 hectáreas en la última medición, que muestra a Norte de Santander, Nariño y Putumayo como los departamentos que suman el 65 por ciento.

Se espera que esas palabras expuestas por el vocero de la comunidad hayan calado el ministro Osuna y se proceda de manera oportuna a fortalecer los sectores productivos de las regiones afectadas por este flagelo y brindarles a las herramientas para el tránsito hacia economías lícitas.

Aacá se debe tener muy presente la urgencia de profundizar de manera urgente en la ‘Paz Total’ con la guerrilla del Eln y la disidencia de las Farc, para que en el aspecto del narcotráfico y los cultivos ilegales hagan definitivamente un alto en esa clase de operaciones ilegales.

Pero que también no fustiguen ni amenacen a los campesinos que por diversas razones ya han decidido no seguir cultivando la hoja de coca, hecho en el que también se ha advertido que otras estructuras criminales también están incurriendo en esas intimidaciones.

Las mesas que se han instalado con el Eln y la disidencia deben ser aprovechadas para que definitivamente, así como se ha puesto de presente la urgencia de que el secuestro sea dejado definitivamente de lado, lo mismo pase con este ‘combustible’ del conflicto y la inseguridad, como lo es la producción y tráfico de estupefacientes.

Está muy bien lo anunciado por el ministro Osuna de reforzar la presencia de la Fuerza Pública en el Catatumbo para blindar la nueva política de la injerencia de los grupos armados, pero es igualmente urgente que los habitantes empiecen a ver la llegada de la institucionalidad para el desarrollo de esa nueva estrategia, puesto que la economía de subsistencia, la seguridad alimentaria y la contención al deterioro de las condiciones sociales, dependerán en parte del éxito de esa anunciada pero aún esperada política gubernamental.

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