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Judicial
El pasado de pacolandia
Fue alguna vez un fortín militar del Frente Fronteras de las Auc. Hoy, 5 familias reclaman su propiedad.
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Jhon Jairo Jácome Ramírez
Domingo, 12 de Julio de 2015

De todas las propiedades que Jorge Iván Laverde Zapata, alias El Iguano, tuvo durante su paso por Cúcuta y su área metropolitana, tres marcaron profundamente lo que significó su accionar por estas tierras: Las Palmas, La Estrella y Pacolandia.

En Las Palmas, el otrora comandante del Frente Fronteras de las Autodefensas Unidas de Colombia (Auc) vivió hasta el 2004, cuando se fue hacia Santa Fe de Ralito (Córdoba) a formar parte de los diálogos que los paramilitares adelantaban con el Gobierno. Esta finca, según ha sido confesado por El Iguano en el marco de su proceso ante la Ley de Justicia y Paz, la compró por $245 millones.

En la finca La Estrella, los ‘paras’ que cumplían órdenes de El Iguano habilitaron un helipuerto para que la aeronave que les traía las provisiones aterrizara lejos del alcance de las autoridades de Cúcuta.

Otras fincas como La Granja, Cámbulos, Medialuna y La Loma, hacen parte de las propiedades que Laverde ha entregado a la justicia para la reparación de sus víctimas.

Sin embargo, es Pacolandia la finca que más recordación tiene entre las miles de víctimas que los paramilitares dejaron en la región, por haber sido allí donde se llevó a cabo una de las prácticas más macabras que este grupo de hombres pudo realizar: la desaparición de cuerpos en hornos.

Pacolandia está ubicada sobre la vía que comunica al corregimiento de Banco de Arena, zona rural de Cúcuta.

Desde la entrada de la propiedad, hasta la casa que la compone, hay unos 200 metros. Desde esta edificación, hasta el lugar donde los ‘paras’ construyeron el horno en el que incineraban los cadáveres, hay otros 115 metros.

En este lugar, donde la muerte y la maldad se pasearon a sus anchas, hoy no queda ningún rastro del horno construido en ladrillo y que tenía una dimensión de 12 metros de ancho por 18 metros de largo.

De hecho, para poder saber con exactitud el lugar donde esta construcción existió, se hizo necesaria la denuncia de un exparamilitar desmovilizado y acogido dentro de la Ley de Justicia y Paz.  

Sobre la forma como El Iguano se hizo a Pacolandia, corren varias versiones. Una, la que él ha sostenido siempre ante la justicia, indica que al llegar junto a sus hombres a esta zona de la región, la propiedad estaba abandonada.

“Nosotros ocupamos este lugar porque estaba abandonado. Cuando llegamos a la zona, nos enteramos de que el dueño de la finca se había ido para Venezuela porque la guerrilla lo había secuestrado muchas veces y ya no tenían nada más qué quitarle. Ahí yo establecí mi campamento”, confesó El Iguano ante la magistrada Alexandra Valencia Molina, de Justicia y Paz.

Pacolandia, con la ocupación de Laverde, pasó a convertirse en el campamento central del Frente Fronteras de las Auc.

Según El Iguano, en esta finca, junto a un caño, fueron incinerados 19 cuerpos de personas que habían sido ejecutadas en este lugar y cuyos cadáveres habían sido enterrados allí mismo.

“Después de esos primeros 19 cuerpos, incineramos 13 cadáveres más. Los apilábamos, buscábamos madera y con llantas les metíamos candela. Una vez los cuerpos se reducían a cenizas, echábamos agua y se borraba toda evidencia”, confesó.

Laverde Zapata sostuvo ante la magistrada Valencia que en ningún momento él ni ninguno de sus hombres, quemaron a una persona viva. “Todos eran cadáveres”, enfatizó el excomandante del Frente Fronteras, próximo a recuperar su libertad.

El horno de Pacolandia, junto al de Juan Frío, en Villa del Rosario, hace parte de los 8 lugares habilitados por los paramilitares en Cúcuta y su área metropolitana, que terminaron convertidos en campos de exterminio por la necesidad que les asistió en un momento previo al inicio de los diálogos con el Gobierno, de desaparecer por completo los cadáveres de sus víctimas.   

Sobre esta finca, actualmente, cursan 5 solicitudes de restitución ante la Unidad de Restitución de Tierras, dirección territorial de Norte de Santander. En el corregimiento de Banco de Arena, las mismas solicitudes llegan a 41.

Reunión con los del Alejandría

Según el exparamilitar Ramón de las Aguas Ospino, alias Rumichaca, en la finca Pacolandia fue donde se llevó a cabo una reunión con un grupo de comerciantes del Alejandría, para la época en que los paramilitares hicieron presencia en la región (1999-2004).

Dado el interés que algunos comerciantes de este lugar mostraron por la seguridad que los ‘paras’ ofrecían, se coordinó una reunión en Pacolandia para cuadrar los pormenores del esquema de protección que se les iba a ofrecer y el precio que debían pagar por él.

“Recuerdo que la reunión se llevó a cabo un viernes. La cita era a las 3 de la tarde pero les dijimos que empezaran a llegar desde las 7 de la mañana, para no dar tanto visaje por la vía”, confesó Rumichaca.

Ospino también le contó a la magistrada Valencia que él mismo les ordenó a los comerciantes del Alejandría que no fueran cada uno en sus carros sino que aprovecharan para viajar 5 o 6 en una camioneta.

“Yo me encargué de llevarlos hasta Pacolandia. Iba delante de ellos en una moto indicándoles el camino. Cuando llegamos a la finca los recibió Yesid Alarcón, alias Gustavo 18, quien fue el que lideró la reunión”, sostuvo Ospino.

Ese día, según dijo ante Justicia y Paz el hoy desmovilizado paramilitar, llegaron hasta la finca más de 150 personas que tenían negocios en ese centro comercial.

“Después de la reunión se estableció que nosotros nos encargaríamos de la seguridad de ese sitio y que mensualmente nos pagarían una cuota por ello”, finalizó diciendo.

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