Un negocio compuesto por puros familiares y una mínima cantidad de droga almacenada en los expendios de estupefacientes conocidos como ‘ollas’, son los principales problemas que enfrenta la Policía cada vez que descubre uno de estos lugares.
Los seguimientos y las investigaciones, que duran entre tres y seis meses, se ven frustrados en muchas oportunidades por la continuidad que dan los parientes de las personas detenidas tras ser sorprendidas vendiendo drogas.
“Prefiere culparse una sola persona para que sus demás familiares sigan vendiendo la droga y así la mantengan mientras está en la cárcel”, explicó un investigador de la Seccional de Investigación Criminal (Sijín) de la Policía Metropolitana de Cúcuta.
Este fenómeno, en el que padres e hijos se convierten en socios al servicio del microtráfico, multiplica el problema social que se desencadena por la venta en diferentes modalidades de todo tipo de drogas ilícitas.
Una de las formas que emplean estos delincuentes para disimular que en algún sector funciona una olla, es vender las dosis a domicilio a través de una gran cantidad de distribuidores y jíbaros que se expanden, además, hacia las zonas cercanas a los colegios y parques.
Por esto, en las ollas es habitual que los uniformados de la Policía Metropolitana de Cúcuta encuentren pocas cantidades de drogas ilícitas durante los allanamientos, lo que dificulta la judicialización de estas personas y los procesos que se abren en su contra.
¿Quién las maneja?
El investigador que le sigue el rastro a estas ollas aseguró que los más beneficiados con la proliferación de estos expendios son los grupos armados organizados que delinquen en esta zona de frontera, debido a que fortalecen sus finanzas con el cobro de extorsiones a cambio de dejarlas funcionar.
Agregó que en Cúcuta y el área metropolitana no hay grandes narcotraficantes que tengan su centro de operaciones en este sector del país.
“La droga la traen desde el Catatumbo y acá lo que hacen es venderla en pequeñas cantidades”, dijo.
La guerrilla del Ejército de Liberación Nacional (Eln) y el reducto del Ejército Popular de Liberación (Epl), Los Pelusos, dominan el tráfico de drogas desde el Catatumbo hacia Venezuela y Europa.
La Mecuc ha hecho, en lo corrido de este año, al menos cuarenta allanamientos de ollas ubicadas en Atalaya, la ciudadela La Libertad, el Centro de Cúcuta, el barrio Aeropuerto, Carora, Los Patios y Villa del Rosario.
Asimismo, ha desarticulado tres bandas dedicadas al microtráfico y capturado a 533 personas por el delito de tráfico y porte de estupefacientes.
La guerra del microtráfico
La mayoría de los homicidios que se registran en Cúcuta son producto de la disputa a sangre y fuego por territorios para la venta de drogas.
“Los asesinatos de consumidores de drogas se dan porque estos cambian de jíbaro, por lo que estos crímenes se convierten en mensajes para las demás personas que consumen; además, la guerra por controlar las ollas para el cobro de extorsiones genera homicidios”, dijo el investigador.
Otra pelea que mantienen los expendedores de drogas a diario es la de los bajos precios para atraer a sus clientes.
Una dosis de cocaína cuesta entre 5.000 y 10.000 pesos; la heroína entre $20.000 y $30.000 y la marihuana cripy entre $10.000 y $30.000.
Según se conoció, en los próximos meses se demolerán algunas casas que funcionan como ollas en diferentes sectores de Cúcuta.
La Policía continúa adelantando investigaciones contra estas estructuras de microtraficantes con el objetivo de contrarrestar la expansión de los centros de expendios en los barrios, lo que conlleva al deterioro social.