El portentoso monumento construido en el parque principal 29 de Mayo que simboliza la libertad de los esclavos, cumplió 170 años de existencia y determina la vocación democrática de Ocaña,según indicó el presidente de la Academia de Historia, Luis Eduardo Páez García.
Muchos forasteros posan con el monumento de fondo para inmortalizar esos momentos inolvidables de una visita a la Hidalga Villa de Caro.
La columna fue levantada como recuerdo para la posteridad de la Ley donde se decretó la abolición definitiva de la esclavitud por el presidente José Hilario López el 21 de mayo de 1851.
“La obra fue ejecutada por los esclavos libertos y ciudadanos bajo la iniciativa del gobernador de la provincia de Ocaña, el cartagenero Agustín Núñez", explicó Páez.
“Ese día en medio de los festejos, la negra Nicanora bailó con el gobernador de la Provincia de Ocaña en la plaza central y se determinó la construcción del monumento único en Colombia, declarado como Bien de Interés Cultural de carácter nacional”, detalló la vigía del patrimonio, Martha Pacheco García.
Manifestó que la estructura significa mucho para la humanidad, porque en la cúpula tiene un gorro frigio que representa la libertad. “Un alcalde ordenó tumbarla y el escritor Luis Sánchez Rizo transitaba por el sitio, se percató, la abrazó e indicó que primero pasaban por encima de su cadáver; factor que salvó ese símbolo, según narran sus hijas”, precisó la promotora cultural.
El profesor Wilson Enrique Ramírez señaló que la estructura es una muestra de la abolición de la esclavitud en Colombia lo que simboliza las ansias de libertad del ser humano.
Ramírez recuerda que el singular monumento es único en su género por lo que conmemora y por el aspecto arquitectónico. Fue erigido por iniciativa del cartagenero Agustín Núñez, previendo la aplicación de la Ley que abolió definitivamente la esclavitud en Colombia y que debía entrar en vigor el 01 de enero de 1852.
Tuvo la original idea de perpetuar el hecho en una obra material y ordenó construir la columna, formada por cinco anillos concéntricos que simbolizan los países bolivarianos.
La primera piedra se colocó el 7 de diciembre y el monumento fue inaugurado el 22 del mismo mes de 1851. “La columna que ya está concluida, tiene diez varas de largo y sobre la cúpula flamea el pabellón Nacional”, ratifican los apuntes históricos.
La estructura fue construida con las piedras que sirvieron de patíbulo a los mártires de la Independencia. Cuando se efectuó la remodelación del terreno adyacente, la columna se hallaba desnuda, con el ladrillo a la vista, expuesta a la acción de los factores atmosféricos. La sección de Monumentos Nacionales, dependencia del Ministerio de Obras Públicas comisionada para la conservación de las construcciones históricas del País, luego de un concienzudo estudio, determinó que debía ser recubierta y pintada de blanco como estaba inicialmente.
El cronista Eustoquio Quintero, afirma que “aquella blanquísima columna resalta como el botón de una azucena”, lo cual es una manera de decir que la columna era blanca en 1894. Igual cosa deducimos de la fotografía publicada en la contraportada del folleto “Poesía Popular de Ocaña”, perteneciente al Banco Fotográfico Saúl Calle, en la cual se aprecia claramente que en 1886 la columna era blanca y apenas tenía 34 años, según explicó el presidente de la Academia de Historia de Ocaña.
El escritor Raúl Pacheco Ceballos cita en “Gobernadores y Jefes Departamentales”, un informe de la Secretaria de Asuntos Exteriores de la cual se concluyen dos fechas bien determinadas: la primera piedra de la Columna se colocó el 07 de diciembre y el monumento fue inaugurado el 22 del mismo mes de diciembre de 1851.
La tradiciones ancestrales han tejido varios mitos alrededor de la Columna y se dice que en la base hay tres urnas: una de vidrio que contiene el texto de la ley y los nombres de los esclavos manumitidos, la cual se halla dentro de otra de madera y esta última en una tercera de hierro; que la base de la Columna se construyó con los ladrillos teñidos con la sangre de Miguel Carabaño, Salvador Chacón e Hipólito García, fusilados en la plazuela de San Francisco por orden de Morillo el 9 de abril de 1816; que el mismo Carabaño había predicho la erección de un monumento con las piedras que iban a recibir su sangre y la de sus compañeros.
“Mientras tanto, la Columna conmemorativa de la libertad de los esclavos sigue allí, como esas abuelas silenciosas que no necesitan hacer nada porque su presencia basta para recordar la historia”, indicó en la revista ‘Hacaritama’ el maestro Wilson Enrique Ramírez.
