Apenas han pasado un poco más de seis meses desde que el presidente de la República, Gustavo Petro, asumió las riendas del país y el mandatario resolvió hacer el lunes su primer remezón en el gabinete ministerial, en momentos en que se enfrenta a un profundo debate por las reformas que busca sacar adelante, como la de la salud  y la laboral.

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Aunque la salida de Alejandro Gaviria del Ministerio de Educación estaba casi que cantada desde hace varias semanas, por los reparos que tenía y que se hicieron públicos frente al proyecto mediante el cual el Gobierno intenta estructurar un nuevo sistema de salud en Colombia, no estaba en los planes de muchos la salida de una de sus ministras más cercanas, Patricia Ariza, de Cultura, y menos la del Deporte, María Isabel Urrutia.

La sorpresa se la llevaron ellas mismas, al ser notificadas mediante una alocución presidencial de la decisión del jefe de Estado de no contar más con sus servicios, pese a que la jefa del gabinete, Laura Sarabia, dice que sí fueron informadas previamente.

Pero más allá de las formas y el hecho político que suscitó este movimiento, definitivamente todas las miradas quedaron puestas sobre Gaviria y el mensaje implícito que, para los analistas, envió el presidente de la República al retirarlo de su equipo de Gobierno: “la reforma a la salud va porque va y el que no esté conmigo, pues tampoco estará aquí (en el gabinete)”.

Juan Carlos Gómez, experto en comunicación política, considera que la imagen misma que proyectó el presidente Gustavo Petro en su alocución presidencial del lunes por la noche, en la que no aparece el saliente ministro de Educación y, en cambio, la titular de la cartera de Salud, Carolina Corcho, figura al lado suyo, siempre en un primer plano, dice mucho de lo que quería transmitir el jefe de Estado.

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“En la composición de esa imagen que se proyectó al país, se vio a un presidente imponiendo una cosa: estos son los que están conmigo y los que no están acá, no están conmigo, y está claro el mensaje sobre lo que pasa con los que no están conmigo”, asegura.

Para Gómez, ese gesto del presidente muestra una sola cosa y es la intención de “seguir polarizando” frente a las ideas y propuestas que viene planteándoles a los colombianos, pero que no permite sean cuestionadas, como fue el caso de Alejandro Gaviria.

En ese mismo sentido, asegura que el mensaje que quedó servido con este movimiento en el gabinete es que en su gobierno hay poca apertura a los disensos y, en cambio sí, muchos gestos “autocráticos”.

“En el escenario que hemos observado, no hay posibilidad de cuestionar o de plantear otras ideas. Aquí todo se quiere imponer. Esos gestos autocráticos están llevando a que el consenso lo busque a través de la negociación política y la mermelada”, dice el analista, al hacer referencia a los acercamientos que empezó a hacer el mismo lunes el mandatario con los partidos políticos, para buscar un acuerdo frente a los puntos que no gustan de la reforma a la salud.

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Por eso, Gómez insiste en que lo que se está viendo con este remezón ministerial es una advertencia a los críticos y al país mismo: “quienes están conmigo están aquí y quienes están contra mí tendrán ese mensaje”.

‘Dispuesto a radicalizar y a polarizar’

Una lectura muy similar sobre lo sucedido hace el analista político John Mario González, quien es partidario de que la salida de Gaviria es un movimiento lógico de un presidente que apuesta por una agenda radical.

“Con esto notifica que los disensos al interior del Gobierno no serán bien vistos o que los ministros que quieran ser gobierno y oposición a la vez no tendrán cabida, porque además es un presidente con una agenda radicalizada o ideologizada, en la cual las ponderaciones técnicas importan menos que su ideología”, planteó.

En esa medida, para González, lo sucedido es una muy mala señal en términos de confianza inversionista y política, pero también para el país en general.

“¿Qué notifica el presidente? Que está dispuesto a radicalizar, a polarizar y a romper política e institucionalmente el país si le toca, porque él no se echa pasar atrás, sigue en su línea.

¿Mermelada de por medio?

Los dos analistas consultados por La Opinión coinciden en que lo ocurrido el lunes, cuando el presidente, por un lado, recibió a los jefes de los partidos de la coalición para abrirles la puerta a que presenten sus propuestas para ajustar la reforma a la salud, pero horas más tarde despide a Alejandro Gaviria, crítico del proyecto, denota que “va a optar por la mermelada y eso va a ser muy grave para la institucionalidad”.

“Es un movimiento astuto del Gobierno, porque ofrece mayor mermelada a los partidos políticos que la están esperando, para doblegarlos en el trámite del Congreso, pero notifica a los ministros que han generado ruido y disenso, que no serán aceptados si siguen en la misma tónica”, señaló John Mario González.

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No obstante, Ariel Ávila, senador de la Alianza Verde, cree que más que mermelada, la fractura que se dio en el gabinete ministerial tiene que ver mucho más con la forma como se ha dado la discusión.

“Las dos nuevas ministras no representan a ningún partido político, entonces no es una transacción burocrática. El presidente está cerrando filas con el petrismo puro y esto lo que significa es que él prefiere ir adelante con las reformas que la estabilidad política del gabinete”, planteó.

El presidente, por su parte, dijo ayer muy temprano que el cambio de ministros no depende de la reunión que sostuvo el lunes con los presidentes de los partidos.

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