Para los familiares de Edwin Leonardo Valderrama Blanco el dolor por su asesinato parece doblegarlos. Ellos no han parado de llorar y preguntarse quién cometió el crimen y por qué lo hicieron, solo piden que se haga justicia.

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Ayer, en la mañana, en la humilde casa donde la víctima vivía junto con su esposa, hija de 8 años y un bebé de 10 meses de nacido, había tristeza y se escuchaba el llanto de varias personas, que arribaron hasta ese lugar para darse el sentido pésame y recordarlo.

“El no era una persona mala gente, que le hiciera un daño a la humanidad, pues se dedicaba a sacar arena cerca de la Penitenciaría de Cúcuta, toda la vida trabajó en eso”, indicó la mamá en medio de las lágrimas.

Y agregó que se les hace extraño el crimen, pues su ser querido iba diariamente hasta un lugar alejado en límites con Venezuela para sacar arena, no se metía con nadie y nunca habló de amenazas.

El crimen

Unas cámaras de seguridad que hay en la avenida 6 con calle 34, del barrio San Gerardo, serán claves para esclarecer el asesinato de ‘Cochi’, quien recibió dos disparos en el cuello y la espalda, el viernes, a las 5:08 de la tarde.

Según se conoció, Edwin caminaba con dirección a la vivienda de unos amigos cuando fue abordado por un desconocido que le disparó y huyó rápidamente, mientras el palero cayó al borde esa vía que viene del corregimiento San Faustino.

Los familiares se enteraron del crimen porque unas personas llegaron corriendo hasta su casa y les contaron lo que acababa de ocurrir, generando desespero y pánico entre los allegados, quienes arribaron al sitio para verificar si era cierto el homicidio de Valderrama Blanco.

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Al llegar lo identificaron por la ropa que llevaba puesta y protagonizaron una escena de dolor y tristeza, mientras varios policías custodiaban la escena y los integrantes de la Brigada Interinstitucional de Homicidios (Brinho) adelantaban la inspección técnica. En el sitio no se encontraron vainillas, solamente las cámaras de seguridad.

 “Él nos dijo que iba a verse con unos amigos, que se iba a pie y en el camino les compraba pan, pero luego fue que nos llegaron a la casa a decirnos que lo habían asesinado. En el momento en el que escuchamos eso, no supimos qué hacer, solo corrimos hasta el sitio para confirmar”, contó un familiar.

Quiso ser del Inpec

Según los familiares, el sueño de la víctima siempre fue pertenecer al Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario (Inpec), pues desde pequeño le maravilló la idea de usar el camuflado azul, las botas negras e imponer el orden en alguna cárcel.

Por eso fue que prestó su servicio militar, hace unos seis años aproximadamente, con esa institución, donde se sintió como ‘pez en el agua’ con cada jornada de trabajo, pero la falta de dinero le impidió avanzar en su carrera.

“Él se enamoró de esa vocación, uno le preguntaba qué le veía a estar dentro de una cárcel viéndoles la cara a los presos, pero siempre respondía que era algo que llevaba en la sangre, lamentablemente no tuvimos dinero para que siguiera su carrera por lo que apenas terminó el servicio militar, se retiró”, dijo la madre.

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