La generación de gases y el impacto del proyecto
La investigadora manifestó que, aunque los galpones suelen ser grandes y contar con buena ventilación, desafortunadamente las aves defecan en las camas de piso, acumulándose materia orgánica que sirve de alimento para ‘microorganismos no benéficos o malignos’, los cuales generan los gases nocivos.
Más información: Cese con el Estado Mayor sigue en el Catatumbo, pero hay alta tensión en la zona
“Toda esa materia orgánica hace que crezcan microorganismos que alteran el equilibrio, generando estos gases porque utilizan de comida todas las heces fecales de las aves”, agregó Rangel.
Por esta razón, para combatir estos problemas han decidido utilizar lo que denominan ‘microorganismos eficientes o benéficos’ como levaduras, bacterias fotosintéticas y bacterias ácido lácticas que, según Rangel, “trabajan en conjunto y generan un equilibrio que reduce la población de microorganismos que producen gases”.
En este sentido, el proceso de aplicación consiste en introducir estos microorganismos en la cama de las aves, precisando que estos al competir por nutrientes y espacio, desplazan a los nocivos y disminuyen la generación de gases.
Además, estos microorganismos ayudan a mejorar la digestión y conversión de alimentos en las aves, resultando en una mayor ganancia de peso y producción.
Lea aquí: Pasajeros que salen del terminal de Cúcuta ya no pagarán impuesto
Y, de igual forma, los gases que se reducen son catalogados como generadores de efecto invernadero, lo cual también tiene un impacto positivo en el medio ambiente.
“También se ha demostrado científicamente que estos microorganismos disminuyen la generación de moscas que es otro problema terrible en la parte avícola, entonces es un proyecto con el que no solamente apoyamos el medio ambiente, sino que también mejoramos la calidad de vida de las comunidades y también estamos mejorando la economía de este proceso productivo, y es a lo que le apuntamos”, agregó Rangel.
La investigadora señaló que el proceso de aplicación se extiende durante un mes en cada granja, con mediciones realizadas a los tres, cinco y quince días para evaluar la efectividad del tratamiento.
Las mediciones se realizan utilizando una sonda de gases, lo que permite obtener resultados inmediatos sobre la concentración de los mismos.
Le puede interesar: Después de 167 años, el loro orejiamarillo vuelve a ser avistado en Norte de Santander