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Carlos Julio Rincón, sobreviviente de dos pandemias
El veterano de mil batallas ha sobrevivido a dos pandemias globales, testigo de dos guerras mundiales y no se cansa de pasar calendarios.
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Martes, 11 de Agosto de 2020

Los ojos del centenario abuelo Carlos Julio Rincón Garzón, residente en el barrio La Piñuela del municipio de Ocaña, han sido testigos de los grandes acontecimientos del último siglo.

A sus 109 años recuerda, como entre un sueño, aquellos pasajes de niño cuando moría mucha gente de diversas infecciones como la varicela y el sarampión, señala su hija Miriam Rincón.

Mi papá narra que tenía 8 años y esos momentos no quedaron bien afianzados en su memoria ya que vivían en un campo y los medios de comunicación eran incipientes, dice su hijo, Santander Rincón.

Su familia comenta que, en junio, en plena pandemia, los asustó por problemas del páncreas y estuvo 4 días hospitalizado. Después de rigurosos exámenes fue sometido a un tratamiento especializado en casa y está recuperado, afirma su hija.

“Ya sale a la ventana, se tapa la nariz con un pañuelo y echando mano al buen sentido del humor que lo ha caracterizado, dice que los transeúntes se ven chistosos con los tapabocas como si fueran perros con bozal”, agrega Miriam.

Luego de inspeccionar los amplios corredores de la casona, se sienta en un sillón a veces a rasgar las cuerdas de un vetusto tiple para improvisar versos que llegan al alma.

El veterano de mil batallas ha sobrevivido a dos pandemias globales, testigo de dos guerras mundiales, el nacimiento y la caída del bloque comunista de URSS y por supuesto la carrera espacial.

“Han pasado 18 presidentes de los Estados Unidos, 31 mandatarios colombianos, 10 papas, 4 reyes de Inglaterra y don Carlos Julio sigue ahí, una persona de admirar”, agrega al enviar una voz de aliento durante la convalecencia.

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Por su parte, su hijo mayor Jesús, dice que su papá es un cóndor legendario que se resiste abandonar el nido donde abriga a la gran familia que ha sabido construir y en donde espera paciente y amoroso el retorno de todos sus hijos que un día emprendimos el vuelo buscando nuevo horizontes. “Él siempre estará ahí, parado en la puerta, mirando por la ventana…”, indica su hijo.

Asegura que es un viejo roble cuya sombra cubre la descendencia de los once hijos, una familia formada y cimentada con la señora Leonor Lozano que en paz descanse, en valores del amor incondicional, el respeto, la honradez, humildad, alegría, solidaridad y el servicio.

No se cansa de pasar calendarios

Nació el 24 de diciembre de 1910 en una humilde familia campesina del municipio de Convención y a lo largo de su existencia cultivó el buen sentido del humor.

Con maraca en mano o a veces rasgando las cuerdas de un tiple arranca improvisados versos que se convierten en interminables terapias para el ser humano.

El pasado 24 de diciembre celebró los 109 años al lado de sus 11 hijos, 39 nietos, 38 bisnietos y 4 tataranietos. Repartió regalos, bailó, tomó whisky, lanzó bromas, cantó rancheras y fue el último en irse a acostar.

Se confiesa como un ferviente católico, apostólico y romano, reza todos los años la novena de aguinaldo donde le pide al Niño Dios que no le llegue la vejez. “¿Qué se sentirá llegar a viejo? porque yo me siento mejor que un joven de 15 años”, exclama este veterano que no se cansa de pasar calendarios.

Parodiando la novela de Alejandro Casona, este abuelito no doblega las alas por fuerte que sean los vientos y sueña con alcanzar el récord del personaje bíblico de Matusalén.

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