El sol ardiente de una nueva mañana alumbra y avisa que ya es hora de tomar las palas, encender las máquinas y tomar posición para empezar un nuevo día de trabajo en la vía entre Tibú y La Gabarra.
Una oración y la sensación de contribuirle a la sociedad dejando la huella del militar plasmada en una carretera, acompañan la labor del grupo de soldados del Batallón de Ingenieros que construye este proyecto.
La misión: cuidar las herramientas y los equipos de la obra y, además, garantizar la seguridad de cada soldado que se mueve con el riesgo latente de un ataque guerrillero.
Son precisamente esos atentados subversivos los que tratan de obstaculizar los trabajos en la carretera, que después de casi dos años avanzan en 6,6 kilómetros de base totalmente pavimentados; otros 7,3 kilómetros con la sub-base y al menos 10,5 intervenidos.
“Son experiencias como en cualquier zona del país en donde hay injerencia de los grupos subversivos; es estar en alerta total por parte del personal, para poder realizar los trabajos con los cinco sentidos y contrarrestar el riesgo hacia nosotros”, explicó el jefe de la Sección Técnica del proyecto, teniente José Zambrano.
La instalación de artefactos explosivos en la vía, ataques con cilindros- bomba y hostigamientos por parte de la guerrilla, son la ‘piedra’ que constantemente tienen que levantar los soldados entre Tibú y La Gabarra.
En 2015, guerrilleros del Ejército de Liberación Nacional (Eln) azotaron a las tropas mientras adelantaban los trabajos en la carretera.
El 6 de enero del año pasado, los soldados desactivaron dos minas antipersona en la vereda Vetas, que contenían 1.000 gramos de explosivos entre anfo y metralla. Las minas estaban ubicadas en la trocha que conduce a la toma de agua.
Doce días después, en la misma vereda, fue hallada una botella de plástico que contenía una mina ‘quiebrapata’ con 400 gramos de explosivo. La trampa mortal estaba instalada a la orilla de la carretera, a 200 metros de una casa habitada.
El 23 de febrero de 2015, los soldados desactivaron tres artefactos explosivos que estaban camuflados en pimpinas de cinco galones, con al menos 20 kilos de explosivo entre anfo, R1 y metralla.
Estas cargas fueron ubicadas a 150 metros del cambuche de los soldados.
En la vereda Guamalito, el 25 de febrero, los militares desactivaron un área minada con un cilindro-bomba de 40 kilos de explosivo anfo, R1 y metralla.
El 15 de mayo de 2015 se registró un enfrentamiento entre los militares y el frente Luis Enrique León Guerra del Eln.
El mismo día, dos soldados resultaron heridos tras activar un artefacto explosivo mientras prestaban seguridad a los ingenieros militares que trabajan en la construcción de esta vía.
Cuatro días después, el 19 de mayo, las tropas sostuvieron un enfrentamiento contra cinco guerrilleros del mismo frente del Eln, en el que resultaron heridos levemente dos soldados.
El 2 de junio de 2015, de nuevo el frente Luis Enrique Guerra atacó a las tropas con cinco tatucos en la vereda Vetas.
Junio y julio estuvieron marcado por acciones criminales en conjunto entre guerrilleros del Eln y las Farc.
No obstante, en 2016 los ataques no se han hecho esperar.
A la orilla de la carretera, la desactivación de explosivos es el común denominador. Sin embargo, la pavimentación de la carretera no para.
A pesar de estos contratiempos que viven los soldados, la esperanza de cumplir con el deber y de contribuir a la sociedad nortesantandereana aumentan el espíritu social del Ejército; por eso, continúan los trabajos en la carretera que día tras día mejoran el tránsito de vehículos para el beneficio de la comunidad de la zona.
Una capacitación para la vida
El teniente José Zambrano, quien lidera los trabajos de pavimentación, asegura que una de las mejores recompensas para sus hombres es que son capacitados con altos conocimientos en topografía y auxiliar de maquinaria que, cuando terminen de prestar su servicio militar, les podrán representar un beneficio para su vida profesional.
“Entregamos soldados capacitados en estos oficios para que después puedan ofrecerle algo positivo a la sociedad”, dijo Zambrano.
Destaca que entre los militares que hoy toman sus herramientas y ayudan a que la vía entre Tibú y La Gabarra deje de ser una trocha, y por el que antes transitaba solo una buseta de servicio público una vez al día, hay varios oriundos de Norte de Santander que pronto podrán usar la carretera que construyeron con sudor y por el servicio de una población que no les es ajena.
La carretera, que antes servía como paso para la ilegalidad, poco a poco, con su construcción, ha permitido afianzar los lazos de amistad entre la fuerza pública y la población, que ahora ven llegar más seguido los camiones transportando los víveres necesarios para esta zona del Catatumbo y los medios de transporte público, que antes llegaban con dificultad.
“Aquí apoyamos la reparación de la carretera, porque ahora nos ayuda mucho para poder trasladarnos con más facilidad y para el bienestar de esta zona de la región”, dijo Alberto Gómez, habitante de Tibú.
La vía tendrá dos carriles, cada uno de 3,3 metros. Esto facilitará el tránsito de los vehículos y recortará la distancia desde Tibú hasta el corregimiento La Gabarra, separados por 57 kilómetros.