Colombia está por encima del promedio de casos de depresión en el mundo. Según datos de la Organización Mundial de la Salud –OMS–, el 3.8% de la población mundial padece depresión. En el país, la cifra alcanza el 4.7%, afectado a casi dos millones y medio de personas.

Las cifras son alarmantes, sobre todo si se tienen en cuenta otras, como las reveladas por la Procuraduría General de la Nación en octubre del año pasado, que daban cuenta del aumento de 15.73% en la tasa de suicidios entre en enero y julio de 2023 con respecto al mismo periodo de 2022, pasando de 1.564 a 1.810 casos. Este aumento, dice la procuraduría, está relacionado con diferentes padecimientos de salud mental de la población.

El comunicado de la Procuraduría, también señaló que entre enero y mayo de 2023, al menos 1’517.933 personas presentaron trastornos y enfermedades mentales, de las cuales solo 619.488 han recibido diagnósticos.

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Es decir, el problema es grave no solo por la cantidad de casos, sino por la incapacidad de diagnosticarlos y atenderlos. Eso dice también el comunicado de la procuraduría, al señalar que Colombia también se encuentra por debajo de la meta de la OMS en cuanto a la respuesta que ofrece el sistema de salud a las enfermedades mentales; aunque está por encima del promedio de Latinoamérica; con 68,9 % de casos atendidos concentrados en Bogotá y en Antioquia, Valle y Atlántico. Pero eso revela otro problema, y es que la atención de casos se concentra en las grandes ciudades.

Según el Observatorio Nacional de Salud, apenas 20% de las personas diagnosticadas con trastorno de depresión mayor reciben atención especializada en Colombia y solo uno de cada 10 colombianos con depresión toma el tratamiento adecuado.

Según la OMS, “la depresión es el resultado de interacciones complejas entre factores sociales, psicológicos y biológicos. Quienes han pasado por circunstancias vitales adversas (desempleo, luto, eventos traumáticos) tienen más probabilidades de sufrir depresión”. Aunque no se sabe con exactitud la causa, a los trastornos depresivos contribuyen factores genéticos y ambientales.

Además pueden presentarse a cualquier edad, pero es típico su desarrollo a mediados de la adolescencia, en la tercera y la cuarta década de la vida, y las mujeres presentan un riesgo más alto de padecerla. En el país, la depresión es la segunda causa de muerte entre los jóvenes de 15 a 29 años.

Algunos de los síntomas, según la OMS, pueden ser: dificultades para concentrarse, sentimiento de culpa excesiva o de baja autoestima, falta de esperanza acerca del futuro, pensamientos de muerte o suicidio, alteraciones del sueño, cambios en el apetito o en el peso y sensación de cansancio acusado o de falta de energía.

El mes pasado se celebró el día mundial contra la depresión. Apenas hace unos días, Portugal reveló algunos datos favorables a la salud mental con un proyecto piloto que tienen en marcha.

¿Menos trabajo menos depresión? El caso Portugal

El Gobierno portugués puso en marcha un proyecto piloto para reducir a cuatro días la jornada laboral tanto el sector público como el privado. El proyecto, que empezó en septiembre de 2022 en su fase teoríca, y en junio de 2023 en su fase práctica, ya deja ver los primeros resultados.

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Según un artículo del diario El País, para el 95% de las empresas que están participando del proyecto los cambios observados ha sido positivos.

“Tres meses después del inicio del proyecto piloto, todos los síntomas que alertan sobre el deterioro psíquico disminuyeron en los participantes: la ansiedad (un 21% menos), la fatiga (el 23%), el insomnio (el 19%), los estados depresivos (el 21%), la tensión (el 21%) y la soledad (el 14%). Más del 85% de los trabajadores mejoraron en al menos uno de estos indicadores, según el informe elaborado por la profesora de Gestión Estratégica de Recursos Humanos de la Universidad de Reading, Rita Fontinhas, y el profesor de Economía de la Universidad de Londres, Pedro Gomes, que coordinan el proyecto impulsado por el Ministerio de Trabajo, Solidaridad y Seguridad Social”, dice el texto firmado por Tereixa Constenla.

Por ahora se sabe que un día menos de trabajo permitió a los participantes invertir más tiempo en hacer ejercicio físico o empezarlo a hacer a muchos que no tenían este hábito. Además, mostraron más satisfacción en sus relaciones personales. Pero para saber más sobre este proyecto habrá que esperar hasta abril, cuando se presente el estudio definitivo.

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