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La educación en bienestar mejora el rendimiento de los estudiantes
Un maestro que entienda los efectos positivos del bienestar, tendrá jóvenes más abiertos a aprender.
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Miércoles, 15 de Diciembre de 2021

Rosalinda Ballesteros, directora del Instituto de Ciencias de la Felicidad de la Universidad  Tecmilenio, habló con La Opinión sobre la importancia de la felicidad en los proceso educativos para un mejor bienestar en pospandemia

La experta explicó que la pandemia agudizó la salud mental porque cambió nuestro día a día y que la mejor forma de recuperar el control es renunciar a él y aceptar la vida como es, adaptándonos a la nueva normalidad.


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¿Cuál es su definición de bienestar?

Nosotros en el Instituto manejamos una definición que tiene que ver con tres aspectos. Primero, que la persona se sienta bien, que disfrute y goce del día a día. Segundo, que la persona evalúe que su vida es una vida satisfactoria, que vale la pena vivirse; y tercero, que tenga una actitud optimista hacia el futuro.

El bienestar tiene dos componentes: uno, cómo manejo los eventos positivos de la vida y y dos, cómo manejo los eventos negativos de la vida, porque a todos nos van a suceder cosas que no se sienten bien, que no son agradables y que no quisiéramos que nos pasara.

Eso es parte de la experiencia de todas las personas. Ahí es donde entra la resiliencia, esa capacidad de recuperarnos de la adversidad, de incorporar las situaciones negativas de la vida a nuestra experiencia para poderla procesar


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¿La pandemia agudizó la sensación de bienestar?

Sí, la pandemia nos da algunos estresores adicionales que tienen que ver con la sensación de la pérdida del control sobre nuestro día a día. Nosotros antes de la pandemia teníamos un mundo que más o menos funcionaba de manera estructurada y de la misma manera todos los días.

La pandemia cambió todo y obligó a millones de jóvenes a estudiar en casa. La decisión de si hay clases presenciales o restringidas ya no dependía de los maestros o de los padres, sino de una persona evaluando la situación de salud para determinar cuántos alumnos en un salón; eso es perder el control de lo que sucede en nuestras vidas. Además del miedo a contagiarse.

¿Cómo retomar ese control?

Más bien hay que renunciar a la idea de que podemos tener el control. Hay que aprender a adaptarnos rápidamente a los cambios y a aceptar cuanto antes estos cambios sin que signifiquen una sensación de pérdida. No es tanto el poder de recuperar la sensación de que controló algunas cosas sino de identificar los que no controlo y aceptar que ya no los voy a controlar, adaptando mi forma de vivir y de trabajar a eso que ya no podemos controlar. Renunciar a ello es mucho más sencillo que tratar de recuperar el control.


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¿Cómo aplicar el concepto de la educación en bienestar?

Se puede trabajar en habilidades específicas. Hay algunas cosas que la psicología ha comprobado que funcionan. El simple hecho de explicarle a adolescentes de 13 y 14 años cómo funciona el cerebro y que sus pensamientos no son necesariamente verdaderos, es una forma de hacerlo.

Hay que incorporar las emociones positivas como la gratitud, la serenidad, incluso, la alegría y la diversión como materia de escuela o como parte del currículo. Por ejemplo, el profesor de matemáticas que pueda entender el efecto de las emociones positivas y busque un momento que les haga sentir inspiración, marca la diferencia.

Esto hace que la química en la corteza prefrontal del cerebro cambie y los jóvenes son más abiertos a aprender cosas nuevas y más abiertos a conectar con los demás. Y ese conocimiento mejora en el tiempo que si no tenemos un estímulo positivo dentro del contexto del aprendizaje.


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¿En qué consiste el ecosistema de bienestar?

El ecosistema de bienestar tiene elementos que se incorporan dentro de cada una de las dimensiones de la escuela. Estos elementos son la positividad o el sentir: emociones positivas y gozar la vida. Después tenemos el bienestar físico, que se compone de alimentación sana, descanso adecuado y movimiento o ejercicio y la práctica de la atención plena. Esos son los elementos del ecosistema que se incorporan de manera formal en el currículum, sea con la clase de principios de bienestar y felicidad que se incorporan en la formación o en la capacitación disponible para los profesores.

*Rosalinda Ballesteros ofreció esta entrevista durante su participación en el Octavo Congreso Internacional de Innovación Educativa (CIIE) en Monterrey, México.

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