Varios misterios rodean las espesas selvas del mundo, pero uno en particular, atrapó la atención de los colombianos desde el pasado 1 de mayo, cuando se reportó la desaparición de una aeronave que cubría la ruta entre Araracuara (Caquetá) y San José del Guaviare (Guaviare) con siete tripulantes a bordo.
El avión Cessna C206 de matrícula HK 2803 al parecer, presentó una falla en su motor, situación que obligó al piloto a declararse en emergencia.
Dieciséis días después, las autoridades encontraron la aeronave en la vereda Palma Rosa, zona rural del municipio de Solano (Caquetá).
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La aeronave quedó colgando de los árboles, en el lugar se apreciaban zapatos y maletas. En el interior del avión estaba el cuerpo sin vida de Hernando Murcia Morales, el piloto.
En la tarde de ese martes 16 de mayo, los organismos de socorro encontraron los restos de Herman Mendoza Hernández, copiloto, y de Magdalena Mucutuy, la madre de los niños.
Pero son precisamente Lesly Jacobombaire Mucutuy, de 13 años; Soleiny Jacobombaire Mucutuy, de 9 años; Tien Noriel Ronoque Mucutuy, de 4 años, y Cristin Neriman Ranoque Mucutuy, de 11 meses, quienes 26 días después del suceso, aún siguen perdidos y según sus familiares y algunas leyendas indígenas, al parecer un ‘duende’ los estaría cargando.
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Y es que son varias las teorías que rondan su desaparición, por un lado, el tío abuelo de los cuatro menores pidió apoyo espiritual de las autoridades de cada territorio pues cree que una extraña fuerza, a la que denominó ‘duende’ tiene atrapados a los niños y no los dejaría hablar ni oír los llamados en medio de la espesa selva. Según cuenta los menores pierden la voz y por eso ellos botan sus objetos personales, porque reciben órdenes del duende.
Por su parte, María Fátima Valencia, abuela materna aunque coincide con que un extraño animal los estaría guiando por el bosque, asegura que un chamán le dio detalles de la situación de sus nietos, que podrían ser hallados en las próximas horas por los indígenas que se unieron a la Operación Esperanza adelantada por las autoridades.
Según relató a revista semana, los menores estarían rodeados los indígenas, que los niños están vivos y los van a encontrar, de acuerdo con ella la comunicación con el guía espiritual indígena se dio a través de una llamada desde el Amazonas, en la que también le dijo que la mayor de los cuatro niños es quien guía la caminata de los hermanos y los protege de los riesgos de la inhóspita selva.
'Operación Esperanza', es el movimiento liderado por las fuerza militares y organismos de socorro al que se han unido 63 guardias indígenas Nasa, los familiares de los menores y la onu, para buscar a los menores en la selva virgen del Guaviare y gracias al que se han podido conocer pistas que apuntarían a que están más cerca de dar con el paradero de los menores.
El primer hallazgo se realizó a una distancia de 560 metros al occidente del lugar del siniestro aéreo del Cessna 206. Allí una mujer Nukak, quien iba con otro grupo de indígenas y comandos de las Fuerzas Especiales, encontraron un par de tenis que por su talla pertenecerían al menor de cuatro años, un pañal usado pequeño y una toalla de color verde.
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Mientras que el segundo rastro fue localizado por un comando de las Fuerzas Especiales, quien iba con otros indígenas Nukak, hallando otro pañal, una tapa rosada de un tetero y un marco negro de un celular. Estos estaban a 428 metros de distancia al noroccidente del punto donde el monomotor HK2803 se accidentó
Las Fuerzas Militares lograron establecer que, por el estado de estos elementos, los menores habrían estado allí entre el 3 y 8 de mayo aproximadamente, lo que permite deducir que existe la posibilidad de que los cuatro niños hayan salido con vida del accidente y posiblemente no sufrieron heridas abiertas porque no se encontraron rastros de sangre.
Con estos nuevos hallazgos, dos tanques de planeamiento de operaciones especiales realizan los análisis respectivos para determinar cuál habría sido la trayectoria que al parecer tomaron los cuatro niños. Lo cierto es que estas nuevas pistas confirman que los esfuerzos se están realizando van en el camino correcto y por esa razón se han redoblado las labores de las células combinadas de búsqueda.
El último rastro fue encontrado el pasado 18 de mayo, donde había huellas de unas 48 horas, cerca a un pequeño caño a seis kilómetros del accidente. A este se suman ahora las nuevas pistas. Hasta el momento, más de 350 colombianos, entre instituciones del Estado, población civil y comunidades indígenas y campesinas, adelantan una tarea titánica para encontrar a los cuatro menores empleando todas sus capacidades tecnológicas, conocimientos y experiencias.
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