A Laura Sarabia le gusta republicar entrevistas y contenidos de los medios que la pintan como “la mujer más poderosa del país”, y es cierto. También le queda el título de “la mujer con más escandalos en Colombia”. Su paso por el Gobierno Petro se debería leer en grises para el análisis político, pero lo que es acertado es que su caso es de estudio en la historia política.
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Con 30 años se convirtió, no solamente en la sombra del presidente, la mujer que llama a ministros que le doblan su edad para pedirles resultados o sacarlos del gabinete, y la encargada de toda la logística y los movimientos alrededor de la figura presidencial, sino también en el personaje más intrigante del Gobierno.
Sarabia es buena también haciendo amigos en los medios. Especialmente se hizo una relación estrecha con periodistas que estaban más interesados en filtraciones y primicias que en investigarla o cubrirla desde una posición crítica.
Pero hay por lo menos tres grandes hechos sobre los que quedan preguntas pendientes. El papel de su hermano, que ha sido acusado de hacer intermediaciones para contratos del Estado en favor de amigos y conocidos. Su responsabilidad en el caso de Marelbys Meza, la exempleada doméstica que terminó en un polígrafo e interceptaciones ilegales; y su rol y conocimiento de posibles irregularidades en la campaña, de acuerdo con sus propias conversaciones con Armando Benedetti, quien fue su jefe en el Congreso.
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“Nadie entiende por qué Petro le dio tanto poder” dijo a El Colombiano, una persona que hizo parte del gabinete. Y esa es la pregunta que sigue impresa en su récord con la administración pública.
Sarabia ha comandado políticas públicas y acciones de Gobierno del tamaño del acuerdo con los bancos para crédito público por más de 50 billones de pesos. Eso es porque en el sector bancario y especialmente en el Grupo Aval hizo otras grandes amistades, algo que parecía al inicio incoherente por las críticas estrictas del presidente Sarmiento Angulo.
También fue la persona que lideró la misión Cauca, con la fallida recuperación del espacio territorial en El Plateado y la Misión Guajira con el establecimiento de un proyecto de agua potable para la población indígena vulnerable de la región.
Quienes la conocen de cerca dicen que su secreto es la disciplina para el trabajo.
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Y que también coordina todo lo que la familia del presidente necesite. Hasta ahora el teflón de Sarabia ha sido bastante alto. Y ante las críticas y las publicaciones, como las que ha hecho El Colombiano, su estrategia ha sido la victimización. Hoy sigue al lado del presidente y ahora al lado de Benedetti, a pesar de que ella misma denunció sus agresiones del pasado como violencia contra la mujer.
El 2025 definirá cuánto más estará con el presidente o si sale pronto del cargo del Departamento Administrativo de la Presidencia para irse a la Cancillería. También deberá ser el año de las definiciones de su situación judicial, por los escándalos en los que debe todavía respuestas que están pendientes.
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