La Fundación Ideas para la Paz, acaba de revelar el seguimiento estadístico a las muertes violentas en el país, y ha encontrado que a pesar de haber disminuido un 6% en el último año, ésta sigue siendo la misma de 2017, lo que hace pensar que la cifra está estancada y que es necesario un mayor esfuerzo para presentar un panorama mas alentador.
24.4 muertes por cada 100.000 habitantes, sin duda es un indicador preocupante, que sigue considerando a Colombia como un país con altos niveles de inseguridad, a pesar de que tuvimos un proceso de paz y la desmovilización del principal actor de la subversión.
Son varios los factores que concurren: uno es el fenómeno social, que margina a muchos colombianos quienes no tienen posibilidad, ni de educación, ni de trabajo. Otro es la presencia de bandas criminales que se han podido apoderar de ciertas áreas del territorio nacional, y en algunas ciudades también se han hecho al control de barrios en donde actúan a sus anchas. A esto se le puede agregar una fuerte incidencia del narcotráfico, de la minería ilegal y de la presencia de movimientos subversivos que aún subsisten.
Pero también es el factor cultural, que enseña a que muchos colombianos tienen que ir armados y esas armas se desenfundan cuando ocurre la presencia de alcohol, de diferencias familiares o de amistad, o cuando se involucran elementos pasionales.
Pero también tenemos que hablar de una Justicia ineficiente, que no cuenta con los elementos necesarios para actuar de manera ágil y oportuna frente al delito, lo que termina amparando la impunidad y registrando dramáticas estadísticas de ausencia de la Justicia, lo que permite que muchos colombianos se gradúan de criminales y decidan actuar como tales adoptando esa forma de vida. Para no ir muy lejos, en nuestro medio el sicariato se convirtió en una profesión, al alcance de cualquiera que quiera saldar cuentas, apelando al crimen.
Todo este panorama requiere de un plan muy especial, en donde se detecten claramente las deficiencias que tenemos y se diseñen programas que permitan atenuar la lamentable estadística.
Ya lo dijo con toda claridad Nelson Mandela en una célebre entrevista, cuando se refería a los fenómenos de violencia “Un muerto, es ya demasiado”.