La marca central del año que llega es la campaña electoral para elegir mandatarios y cuerpos colegiados regionales y locales, elecciones que se llevaran a cabo a finales de octubre, aunque todo el año será de campaña. Es otra oportunidad de cambiar de rumbo para muchas ciudades, o de seguirse hundiéndose en la mediocridad, la corrupción y la ideologización vulgar. He repetido muchas veces la importancia que ahora tienen las ciudades, más aún si pertenecen a áreas metropolitanas, pues son en esas regiones donde se mejora el estilo de vida o se degrada más el ambiente. Son los verdaderos rectores del desarrollo del país, a pesar de lo que diga la soberbia burocracia centralista.
La planeación del desarrollo sobre el territorio se debe hacer desde lo metropolitano y por eso se debe mirar bien a los candidatos de todos los municipios metropolitanos, para ver si coinciden en esta visión. Pero, más importante todavía, el empresariado local y la sociedad civil organizada debería tener ya una visión de ciudad, y los candidatos a alcaldías que más se acerquen a ella deberían ser las que contarán con apoyo. Si no hay visión unificada de ciudad seguiremos jugando a la politiquería. En el caso de Cúcuta ya vemos lanzándose a varios personajes, cuyos programas, si tienen, analizaremos en la medida que se vayan conociendo. Preparémonos para lo peor, esperando que suceda lo mejor, así pequemos de optimismo inocentón.
En lo nacional se espera que el presidente Duque al empezar el nuevo año precise su visión de país y actúe en consecuencia, y saque al país de la nebulosa de incertidumbre en que anda. Temas como que va a hacer con el Eln o el manejo de la migración venezolana, son apremiantes para saber qué rumbo tomará. Quisiéramos saber qué va a pasar con la infraestructura, como manejara los temas ambientales, que va a pasar con las fronteras, de manera clara y directa. Debe ser el año del presidente Duque, si él recuerda que empieza el 1 de enero.
En lo regional seguiremos con la tenebrosa novela venezolana, ya convertido en un estado fallido en manos de una cleptocracia mafiosa, cuyo único producto de exportación creciente es su pueblo. Es un tema del que se ha hablado tanto, que ya parece agotado el tema, pero lo único cierto es que aún no se ve cómo puede caer el régimen. El posible apoyo de México y el posible ataque de Brasil puede ser uno de los pulsos regionales más importantes del continente. Y AMLO y Bolsonaro concentrarán toda la atención, como presidentes de potencias regionales, quienes deberán crear impactos políticos importantes en el arranque de sus gobiernos.
En lo internacional seguirá el enfrentamiento comercial entre Estados Unidos y China, y como zonas de inestabilidad estarán Turquía y su giro hacia Rusia, la eterna guerra siria y el conflicto con Irán. Veremos qué pasa en mayo con las elecciones en Ucrania. Pero algo que hacía la mitad del año 2019 será de importancia crucial, serán los datos sobre calentamiento global, que según parece tendrán resultados mucho más graves de los estimados, que impactarán la cumbre de París para recibir las ofertas de cada país de reducción de emisiones de gases efecto invernadero. Cada nuevo año nos acerca al punto de no retorno, si no es que ya lo pasamos.
No será un año fácil para Colombia, pero puede ser un año importante si se cambia el rumbo. Si no, será un año más de la crisis crónica que vivimos y un tiempo perdido para evitar caer en manos del populismo de izquierda.
A mis lectores un feliz año, aunque suene contradictorio con lo escrito en esta columna, y mi agradecimiento por el tiempo que han dedicado.